Callar. Las ardientes hogueras del sol se declinan
sobre esta tierra. La fatiga impera en pétalos que se degradan a medida que mis
ojos encienden su luz. Callar. Débil regreso al sueño, al sueño de una tarde de
verano que entorpece mis movimientos. Cada huella dejada se raja, se difumina
como horizonte que he de negar mis cavilar. Callar. Si , ese silencio de los pájaros
cuando la pesadez llega a nuestras manos muertas. Me desvanezco en la sombra
agreste de un paraje sediento. Callar. Sí he de callar para cuando la lúcida
ventura del alba me de una bocanada de
aliento para ser vertical.
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