Retorno. Pasos cancelados que
muerden las entrañas. Paraíso perdido en el alberga las melodías recónditas del
sin sabor. Volver. Sí, volver. Por las junglas donde el trotar de arroyuelos
asciende hasta nosotros como metamorfosis a otra vida. Aquí estamos. Sí, aquí.
Entre la duda y lo cierto. Nos mezclamos con el salvaje aroma de las flores
silvestres hasta trepar a las copas más altas de arboledas que insinúan nuestro
grito. Sí, gritar. Gritar cuando emancipados de los eclipses deseamos ser
nosotros mismos. Por qué no. Y gritar cando la brisa fuerte nos seduce con el
gemido de las ramas, con el vuelo de las hojas secas, con la disipación de las
nubes. Y alto, muy alto. Y nos desnudamos. Solo la brisa y el grito engendrando
nuestro devenir en el acumulo de los años. Todo se ha ido. Ahora queda el hoy y
el mañana. Un mañana donde regresarán las sonrisas a nuestra faz. Sí,
esbozaremos dibujos en el aire donde nuestros sueños vagarán a nuestro derredor
como centinelas de la alegría.
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