sábado, marzo 15, 2014

La calma...

La calma.
Rosas que se desquitan de sus espinas.
El tambalear de la incertidumbre.
Un violín que indomable anuncia la noche.
Tranquilo.
Sereno.
Envuelta la bruma que cae incesantemente.
Me enamoro.
Sí, me enamoro
Como si de la brisa se tratase.
Un querer incierto
Donde las manos se extienden en el infinito
De su lejanía.
Pero es así.
Un amar que se vuelve lento, suave.
Solo con la violencia de las olas
Que vienen, que van
Bramando la espera interminable.
Me doblo, me retuerzo
Y  en la muerte del beso ansiado
Todo se vuelve oscuro,  indiferente
A la mirada a la vida.
La alegría se desdibuja
Y bajo los tenebrosos pantanos del querer camino.
Lenta.
Pausadamente.
Hasta que las fuerzas derriben la verticalidad de mis sueños.
Aun sueño.
Algo cansada.
Algo ausente.
Me siento a tu lado
Cuando una melodía suena
Y aunque seas nieblas
Que se lían en mis manos
Aquí estoy.
Pensándote.
Amándote.


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