Y baila y
baila. Así con una corriente de gaviotas animando sus fuerzas. Baila y baila
con el claro-oscuro de unos labios que besan al viento persistente que penetra
entre sus manos cerradas. Baila y baila
con este tiempo que se acuesta sobre telas de arañas cuando el sueño es
engendrado en espejos donde se refleja tu ser. Tu ser, nostálgica mirada que se
pierde en un horizonte donde la aurora permanece intacta por unos instantes. Y en su baile se detiene observa detenidamente
la caída de la aurora y el renacer de un sol que no sabe lo quiere decir.
Sol: Ya es de día. La claridad iluminará los pasos
que se te antojen en el devenir de las horas. Te columpiaras con rostros sin
ojos y seguirás caminando hacia tu destino.
Ella: Rostros sin ojos. Desconocidos que se cruzan
y en su llanto recóndito emerge alguna chispa de contacto con este mundo que
nos mece. Mi destino. Incierto es cuando intento alcanzarlo y …No está. No
está. Se aleja en la espesura de una cortina que no logró descorrer. Y si sigo
con mi baile. Bailar y bailar cuando todo parece caer en la gruta de la
desesperación, de la angustia. Una cierta ráfaga de melancolía me aprisiona y
por ello bailo y bailo.
Sol: Saborea de esta jornada que
ya entra y sé alma que se refugia en las esferas de la confianza, de ese
optimismo que aun nos queda. Llegará. Pero no esperes. Sigue tu ruta, ese rumbo
que has de tomar por calles de arboledas disecadas donde violines cabalgan al
son de tu aroma.
Ella: Seguir y seguir. Con las espaldas pesadas de tanto aguardar su
llegada. Con mis manos envueltas en la caricia inexistente en el transitar de
las lunas. Seguir y seguir. Con la
dejadez de un beso que se vuelve extraño cuando me miro, me escucho y solo
siento desiertos de nieve que me acogen. Es triste… ¡Qué triste es¡ Y yo
soñadora de su esencia como parte de mi.
Sol: Sola. Faro de luz que ascenderá hasta desnudez y te
abrigará en tu baile. Baila y baila. Sigue en tu agujero negro que algún día
será el blancor de su mirada.
Y baila y baila. No se cansa. Desde la una llanura se lía a la hierba
salvaje que dice que su corazón es libre y paciente. Baila y baila. Hasta que
la noche regresa y con ella sus ojos se cierran a medida que su imagen vuela y
vuela a través de sus pensamientos. Una imagen que se disipa al ritmo que queda
dormida en el valle de las lágrimas.
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