Y sigues. Sigues en la ruta de las rosas negras que
oscurecen el firmamento a la espera del resurgir de tu alma. Sigues caminando
en sentido inverso quebrantando las leyes que rige la gravedad para el
significado de tus sueños. Por si no lo sabes la noche ya es presencia. Una
presencia que se engendra prematuramente a la vez que los astros huyen a otros
planetas donde el sol les de brío. Y sigues. Sigues como ave zancuda que se
asoma a las vertientes desconocidas y subterráneas donde freáticas esperanzas conmueven
tu pulso. Ahora te escondes bajo manantiales de plumas, bajo efímeros
palmerales cuya sombra proyectada son el eco de tu aliento. Y sigues. Sigues
con el querer que te amen desde la cima de una cumbre donde hoy, ahora la
tormenta se despliega en la danza de tu soledad.
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