Cuando el tiempo se hace estático y las aves se revuelcan en
la arena de una playa vacía caminamos con rostros pálidos hacia un destino
incierto. Mientras nos alojamos en nuestros sueños. Soñar despierta cuando la
bruma de la orilla trepa por nuestras carnes hasta nuestros ojos blancos. Soñar
despierta cuando el susurro de las olas emociona nuestro corazón con su latido
frágil. Elevamos los brazos. Nos arrodillamos. Y somos eco efímero de un a lo
mejor. A lo mejor con la venida del invierno seremos el aunar de nuestras
manos, de nuestra voz y juntos danzaremos por un mundo más justo, más
solidario. Donde la paz sea ese manantial del cual absorberemos cada instante
en que cada suceso abominable interfiera en esta esfera.
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