Estabas por aquí. No sé por qué.
Cuando ahora eres trepar por donde las yeguas mencionan el arco iris.
Merodeabas a mi alredor sin saber la intención. Ya nos habíamos alejados,
consumidas en la nostalgias del tiempo cuando de un viejo almanaque no cesa de caer
hojarasca. Querías, dices, intentarlo otra vez. No recuerdas del hastío a que
llegamos. De esas aguas de penas que en la monotonía de la niebla nos hacia
beber de ella. Ahora estás aquí. Que voy hacer yo. No se. Acogerte en esta
oportunidad que nos da la esperanza después que la luna creciente se haya
desvanecido. Y soñar de nuevo, digo. Sí, acogernos a esos besos y caricias que
unas ves nos entusiasmaron. Te quiero. Me quieres. Y así somos. No hay más que
decir. Somos ecos magmáticos de las grutas que en intimidad nos hace recorrer
sus misterios. Tu misterio. Mi misterio. Aquí estamos otra vez. Has venido y
aunque no te lo había dicho te esperaba. Somos al unísono ese techo bajo el
cual se agazapa nuestros sueños, nuestras ilusiones. Y llorar cuando la emoción
se embarca en nuestras miradas. Que gritan, que suspiran cuando somos otra vez
una sola. Como el viento, como las mareas que retornan el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario