lunes, octubre 14, 2013

La caída de la tarde...

La caída de la tarde persiguiendo lentamente los astros que ya levantan su luz en los firmamentos. Tus pasos. Sombras difusas que se transforman en alas de mariposa al encuentro de una mirada. Tus pasos. Y sigues con ese andar por un sendero liada a riscos en los flancos. No sabes a donde te diriges. Pero como esto es una isla bien de seguro que llevará a la mar. A ese océano que penetrarás y sabrás del reverder de tus emociones. Vas solo. Como no. Siempre sola. Solo la brisa da golpecitos a tus espaldas. Golpecitos que más bien parecen acariciarte. Tus pasos. No necesitas a la luna. Tus sentidos te llevarán hasta él. Mientras en el camino te encuentras un viejo árbol caído, de piel gris. Quiere comunicarte algo y te habla. Te habla.
               Viejo árbol:
                                 La vida es corta. Los años se van. Y como una violenta resaca cuando nos demos cuenta estaremos bajo tumbas. Vive. Aprovecha cada instante que te brinda la vida sean amargos, sean felices. Todo es cuestión de instantes.
                Ella:
                      Ya se que la vida es breve. Pero yo he desfrutado de ella. La vida se ha sentado conmigo y ha conversado. Ahora, como tu, soy una anciana y voy en busca de mi destino. La muerte.
               Viejo árbol:
                         La muerte. Estás eligiendo lo impredecible ¿Qué prisa te lleva a ello?

               Ella:
                    La prisa del viento. La prisa de las jornadas. La prisa de la vida. No se. Creo que ya no cabe más gozo en ser y por ello voy hacia la mar. Hacia la muerte. Quiero partir. Que mis huesos y carnes se hundan como esos ahogados obligados por los sueños falsos. Ya no tengo más nada que hacer. Solo llegar al océano y dejar que las olas me lleven, me lleven más allá de este mundo.

      Viejo árbol:
               Te sublevas. Vas en contra de la razón. Pero te comprendo. Entiendo que quieras se parte de ese manto azul virgen que puebla este planeta. Es lo más puro, lo más desconocido y tal vez en sus profundidades encuentres el logro de tu vida. Ese silencio que ya nadie te podrá quitar y en tu soledad y en tus pasos solo verás el deseo del fin.
      
     Ella:
          ¡El océano¡ Ahí está. Ahí está. Como rompe contra las rocas. Ahora quiero que su cuerpo, que su olor rompa contra mis sentidos y me lleve lejos. Muy lejos. No tengo nada que perder. Todo es estático. Todo uniforme. Todo se mueve en una masa homogénea de la cual ya no hay más ilusión por vivir. Llévame océano de los náufragos junto a ellos. Quiero ser una más. Una más que se mueve por las oscuridades de su misterio. Quiero saber de su misterio. Quiero abrazar sus sentimientos. Quiero amarlo.

                                                

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