Golpe a golpe
incide el viento en su ventana. Le cuesta despertarse sumisa en un sueño
profundo. Pero siento ese viento que terrible sopla, que airado golpea contra
su habitación. Abre los ojos y mira hacia la ventana. Todavía es todo es
oscuridad. Pero la sombra de los árboles dados por el ventarrón dibuja seres
extraños en su techo. Quiere seguir entre sábanas pero el ruido impertinente no
la deja. Se levanta. Abre la ventana. Y un haz de fuerza la deja casi sin
respiración. Se contiene. Deja que el viento le de bofetadas para despertarse y
cuando sus sentidos comienza a vibrar cierra la ventana. Otra vez el golpeteo
contra los cristales. Mira hacia ellos. No hay nada solo el viento voraz. Ya
vital se dirige a la cocina. Ahí no choca tanto por su orientación. Se hace un
café. Desnuda mientras bebe de él se fuma un cigarrillo cuyo humo asciende
hasta extinguirse. Siente como su vida se acaba. Si, llega su fin. Siente
dolor. No por su término sino por su soledad. Una soledad que ha levantado las
raíces de la tierra y ahora no tienen donde absorber. De nuevo va a su
habitación. Allí se mira al espejo y conversa con el.
XX: Llevo
semanas encerrada bajo este techo. No. No es que me aburra. Siempre encuentro
algo que hacer. Pero el silencio de una voz me entorpece, hace ascuas en mí. Me
siento envejecer. Sí ser rama que cae al vacío y en su larga caída solo ve
féretros flotantes. Estoy harta. Sí harta de esta vida en la que me he
condenada. Yo sola y estas paredes. Miro fijamente el teléfono. Ya ni suena.
Todo se esfuma. Todo se pierde en la oquedad del olvido. No, no hay amigos.
Cada uno vertical con sus vivencias, con su cotidianidad y yo desierto. Sopla
el viento, un viento poderoso. Al menos me aviva, enciende en mi un no se que
de esperanza.
Espejo:
Te miras. Te
observas. Te ves desanimada. Pareces que vagas como una imagen fantasmagórica
por los pasillos de esta casa. Esperando, esperando. No. No esperes ¿A qué? A
que una tormenta te eclipse para siempre. No. Mira la vida. Mira su belleza.
Sin compañía, las palabras se las lleva la lluvia. Las palabras se consumen en
un instante y después…Después que. Volverás sobre ese círculo en que te
columpias abrazada por el viento, el viento. Sobrevive. Edificarás un ser con
los pilares bien asentados que nadie podrá derrumbar, herir.
XX:
Me miro. Me
observo. Y la desidia penetra en mi vientre. Quisiera acariciar unas alas para
huir de aquí. De todo esto ¿Y esto que es? Soy yo. Lo que yo misma he ido
sembrando. Estos son sus frutos. La nada. Y esta nada a veces me oprime. A
veces me asalta con sus garras, con sus colmillos de sangre. A veces me duele.
Pero te escucho alma mía. Entiendo el significado de mi imagen. Me miro. Me
observo. Y veo lo que soy. Lo que seré. Intento apaciguarme. Intento serenarme.
Y que la armonía y la paz recóndita me magneticen para aguantar. Aguantar este
alud de ortigas que roza mis manos vacías.
Espejo:
Te miras. Te observas. Ay esa alma tuya.
Está tan decaída, tan cansada…que solo quiere ser letargo eterno. Levántate y
anda. No te apenes. Tú puedes. Tú…Tú sola.
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