Así. Cuando la lluvia leve es
caricia de nuestro rostro. Invocamos a las mareas que pronuncian palabras de
serenidad en armonía con nuestras manos que como velas nos lleva a ser ese
espejo donde nos reflejamos. Danzamos sobre arenas de cabelleras negras y dejamos
nuestro cuerpo desnudo de espalda a los precipicios que habitan esta esfera.
Así. Serena. Canto de caracolas. Montañas que a lo lejos hablan de lo bello de
la madre tierra. Flautas. Chácaras. Cascadas visten su piel y ellas gorgojean
el ánimo de las alas flotantes tras un sol que resurge, que brota cuando
despertamos. Y llueve, la humedad se
apodera de nuestra piel mientras en la orilla de la vida erupcionan estrellas
marinas que nos condiciona a lo mágico que es la sonrisa de su mecer entre las
olas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario