Tu susurro.
Gota que cae en el sentido de las alas del nocturno. Tu aliento. Caricia
uniforme y sutil en la deriva del sudor que emana de la madre tierra. Tu andar.
Laberintos espigados que brotan cuando la llamada de las hogueras del amor se
sumerge en mi vientre. Tu raíz. Se lía a mis pasos, a mis huellas que sueñan
bajo la atmósfera el roce perfecto de tus manos invisibles con las mías. Tu
llanto. Se que andas descalza con la pena sobre tus hombros. Se que tus
lágrimas se ramifica cuando a la vista de arrecifes blancos luces tus
vestimentas fúnebres. Cementerio de elefantes. Sin rumbo vas y vienes. Escuchas
los violines del viento que resquebrajan cuando este minúsculo planeta traza la
intemperie y quieres treparlos. Si, subir y subir y alzar tu cuerpo como vela
de horizontes donde reina la paz, la libertad. Adiós dices, te arrinconas a tus
sueños que con el avance de las jornadas te orientarán según tus fuerzas. Adiós
dices, la oscuridad te besa y tu la besas, prefieres permanecer estática en esa
esquina donde vez las nubes pasar a medida que tus deseos soplan en el
epicentro del dolor. Tu susurro. Tu aliento. Tu raíz. Tu llanto.
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