Tus besos, ¿ a que sabrán tus besos?
Colina encantada donde una luz de algún túnel
Arropa los corazones que libres
Surcan a través del firmamento.
Después no habrá nada más.
Un silencio.
Una caricia.
El peso de los cuerpos
Que caen en el sudor, en el éxtasis
De una tarde de verano.
Una mirada.
Que tangible a los ecos de nuestras manos
Es llamada de los veleros de sal,
De las mareas que mecen nuestros sentidos.
Una triste tonada tal vez.
No, no dejemos desembarcar la pena.
Desenvolvámonos en el ir y venir de los días
A igual que aves de la esperanza,
Del goce mutuo de nuestra soledad.
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