domingo, junio 02, 2013

Y no pasa nada...(relatos)

Y un haz ceniciento impregna el cielo. Pajarillos que en su leve despertar no anuncian con su canto que es hora de continuar. Una aurora mestizaje del silencio y la pena que se mueve por el ambiente de esta isla. La humedad se hace dueña de los huesos y el resonar de una primavera que no se siente es lejana colina por la que subimos. Ella(Y) extiende sus brazos. Ahí, en lo más alto. Y del otro extremo otro ser que anuncia que la espera. Por que X. también extiende sus brazos. Un precipicio las separa. Un precipicio de un mar gris y con mar de fondo hace del llanto de las ballenas un puente que une los dos corazones. Ambas son quejido ante esa muralla que las separa. La distancia es nido de buitres que amputan sus manos tersas. Pero Ella (y) la extiende hasta llegar a X. X. no entiende el por qué, el por qué sus manos ensangrentadas desean ser caricia de lo imposible, de lo efímero. Pero en ese instante siente un cierto deseo que la envuelve en la valentía, en el impulso renovado que la hace alargar su mano. X e Y se tocan, en ese momento una bóveda azul las lleva, las trae por los tambores de sus deseos. Miran abajo y no más existe un mar de nubes que las atrapa en un vuelo al unísono lejos del precipicio. Embriagadas con el elixir del beso observan, miran y callan.

X: El tiempo pasa y no ocurre nada. Nos hemos enlazados por encima de precipicios y el vacío se ha extinguido. Tanto miedo para nada. Seguimos ahora la misma ruta, el mismo devenir de los días.
Y:  Es cierto y me parece extraño. Será la naturalidad de nuestra esencia la que ha logrado que nos no miren, que no nos examinen como especies raras.
X: Consagradas en la belleza del amor hasta que las ruinas de nuestra pisadas juntas se interponga en nuestro camino y tengamos que tomar distinto horizonte.
Y: ¡Que jamás seamos estallido de tormentas¡ Tomemos este momento, tomemos el mañana y giremos y giremos en esta pasión que bien de seguro será duradera.
X: El tiempo pasa y no ocurre nada.
Y: El tiempo pasa y no ocurre nada.



Y siguen en ese observar, mirar y callar.  Como bailarinas en una cuerda floja continúan con ese rumbo donde los veleros del viento las llevan bajo un manto verde oculto. 

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