Antón:
Arremetes contra mi
con tu postura llena muertos flotantes que ambulan en tu dormir. Despierta ya.
Se hace tarde. Pero no. No me escuchas solo eres atmósfera encerrada de los
sueños. Si ya se. Quieres soñar. Te disgusta todo eso que se mece a tu alrededor.
Eres una desagradecida. No ves mi sufrir. Mis lágrimas azules se mezclan con
ese ronroneo de las olas que no paran, que no paran…y parezco que desfallezco.
Contesta. Dime algo.
Ana:
Déjame en paz. Me hallo sumisa en la serenidad que esta cama de sábanas blancas me da. No,
no me quiero levantar. Sí, soñar y soñar. Girar por esos submundos donde la
intemperie de miradas frías no me contamine ¡Que placer¡
Antón:
No. No puede ser. Eres estúpida. Te encierras en tu esfera
impenetrable y te aíslas de que hay fuera transcurre. No ves la realidad. Eleva
tu mirada. Y si no quieres ver a través de la ventana mírame a mí. Levanta.
Ana:
No. No quiero mirar ese ambiente donde la mayoría de la
población vive en precarias condiciones. Fíjate una niña soldada. Una niña del
uso y del abuso ¡ Qué horror¡ Y fíjate un vientre abultado con su piel pegada a
los huesos. Cuando morirá, cuanto durará. Y fíjate la sed, el hambre y esas
batallas absurdas de tu propia especie. No. No quiero mirar. Y cara a cara a ti
no más que serás escenas de todo lo aberrante de este mundo.
Ecos de la noche. Ella en la cama envuelta. El en una silla
de espalda a una ventana con las cortinas corridas. La luna está presente. Las
estrellas están presentes. El aroma de jazmín del jardín penetra a medida que
los grillos rozan sus patas. Ella renuncia a las palabras de él. El sigue y
sigue en ese parlar que no cesa, que no cesa…
Antón:
Mírala. Mira la luna esa mágica bola que bien dice que en un
mañana tendremos un mundo mejor ¡Mírala¡ Como el amor y el respeto regresara a
nuestras almas vacías y seremos ese auge de sueños logrados. Y soñarás. Y
soñarás despiertas con tus pasos por esta tierra que en este momento se
desangra. Venga mujer. Levántate y mírala. Mírame a mí. Se que un dolor oprime
tu vientre pero has de ser fuerte y verás que todos juntos lo lograremos ¡Viva
la vida¡ ¡Viva la alegría de ser participes de este fin tan triste¡
Ana:
¿Tú crees? Me viro y fijamente veo tus ojos sobre mis ojos.
Me transmites cierta tranquilidad, cierto optimismo del cual yo carezco ¡Por
qué¡ Ven, abrázame. Necesito tu calor, el calor de toda la humanidad para ser
valiente, para ser vertical, para seguir mirando cara a cara a esta putrefacta
tierra. Pero presiento que el amor se ha ido, que el hombre ya no siente la
maravilla de las emociones fortificantes. Veo una luz detrás de ti. Si la veo.
Date la vuelta ¡Qué será¡ ¡Qué será¡
Antón:
Es la luna que quiere acariciarte.
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