miércoles, mayo 29, 2013

Lluvia...

Lluvia. Liada a los pasos cotidianos en el amanecer cuando a la deriva nos embarcamos a un mundo desconocido. Un ambiente donde el resonar de su tintineo contra espejos donde nuestro ser se muestra más allá de la reconditez. Lluvia. Retornamos a ese encuentro con los pajarillos que se escabullen bajo las ramas de la naturaleza cuando ella se va. Su sonoridad es rienda del auge de la alegría, de la contemplación de sus vuelos a ras de esta ciudad. Y pienso que a veces yo vuelo con ellas bajo el plomizo cielo y que me evado en la sintonía de la libertad. Lluvia. Emociones nos rescatan cuando descendemos en los fondos de la incertidumbre. Emociones que en su recorrido nos embellecen cada trago de las horas que en esta ciudad nos alienta. Y seguimos. Sí, seguimos por esa ruta donde después de una lluvia acabada nos hace navegar por carreteras pacíficas hacia un océano de la perfección del reino natural. Lluvia. Hoy en eses primeros instantes de la claridad nos refresca con nuevos propósitos, nuevas perspectivas que nos inducen a la calma. Calma y paz. Paz y calma. Cuerpos con rostros serenos que van en busca de la oportunidad. De esa esencia que nos de los pilares para edificarnos bajo el peso de nuestro impulso, de nuestra fuerza. Lluvia. Volar y volar con alas de mariposas al encuentro de ese néctar que nos de la vida, la vida… 

1 comentario:

Luis León Barreto dijo...

Precisamente ahora, las 9 y 15 de la mañana de este miércoles 29, llueve en nuestra casa, goterones gordos, olor a tierra mojada. Gracias, Dunia, por tu amistad generosa, por estar siempre ahí. Eres buena gente y te mereces lo mejor.