lunes, mayo 06, 2013

La Ermita...(relato)


Pasos que se pierden a la sombra de una tarde. Una tarde que con la caída del sol nos recuerda lo agradable que es dar un paseo por esos pueblos solitarios. Había salido de su casa no muy lejos de la ermita y a ella se dirigió con la calma de los pétalos de los lirios blancos. Quería reencontrarse con ella misma, con ese punto de sus entrañas que le enseñara la estrategia para continuar el día después. Sus ojos claros se clavaron en ese monumento blanco ya gastado por los años. Atrás un monte que se oscurecía. En su mente imágines de mujeres que habían ido muchas veces allí para rezar a no se quien: un muerto, un amor, un adiós, una bienvenida o para ellas mismas. Tranquila se sentó ante ella y comenzó a mirarla, a buscar que es lo que los habitantes de su pueblo habían encontrado ahí.
-                          ¿Que escondes? Tal vez los cadáveres andantes de antaño. Tal vez las penas del ahora. Tal vez algún espíritu que emerge cuando ellas se encuentran contigo.
-                          Nada. No oculto nada- respondió la ermita- solo paz. Una paz que ofrezco sin nada a cambio a medida que las almas se sientan a meditar.
-                          Para mi eres extraña. Pero hay algo en ti, en tus paredes desnudas que me atrae con cierta calma.
-                          Sí, la calma de los corazones. De esos que con sus angustias rezan hasta brotar en ellas una cierta serenidad, una esperanza.

Una esperanza, la paz se dijo para sus adentros. Una estructura de piedra ofrece algo que en la cotidianeidad no hallan. ¡Una piedra¡ Una piedra perfilada puede dar cobijo aquellos que se buscan. La verdad que es admirable observarla, tocarla. Da ganas de danzar alrededor de ella cuando la noche se avecina y las hogueras dan luz a este lugar. ¡Cuanta gente ha pasado por aquí¡ Todos con distintas inquietudes, con distintos sentimientos, con distintas esperanzas. Y solo han hallado la paz. Esa paz que a veces se retuerce en el quehacer diario.
La ermita elevo su cruz, una cruz que parecía un ave y se aproximo con unas de sus alas a  ella. Ella la rozo. Comprobó que no era nociva sino algo neutro, algo por los que muchos viven por un mañana. 

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