Ibas caminando por allí. Sí, por
esos lugares donde a nadie se le ocurre ir cuando la noche navega con la sonata
de constelaciones. Te aproximaste al árbol más viejo, más débil, ese cual el
gris de su tronco anuncia la muerte que viene. Te sentaste y con el resonar de
la brisa dibujaste un corazón. Un corazón pequeño en su piel. El te habló. Sí,
lo recuerdo. Te dijo que con los años tu amor sería ese mecer entre tus manos.
Lo escuchaste y un suspiro de tu ser despertó tus sentidos. Ya no te acordabas.
No recordabas que aún lo estabas esperando….
No hay comentarios:
Publicar un comentario