Rutas donde el
eco retorcido de la insonoridad nos aleja de la sonrisa. Un anciano árbol cuyos
nidos se envuelve en las nieblas de la extinción a medida que vagamos en el
tiempo. Un piano que no muy lejos anuncia la pena que ronda en los corazones
que al viento esparcen cada pedazo de la mirada que se evapora en el sentido de
la existencia. Las emociones nos recuerdan que hay que avanzar, no ser estática
cometa que gira y gira en la mordida de nuestros pasos. Despacito alargamos la
mano y se la ofrecemos a un crepúsculo donde el tintineo de las olas nos hace
ser nota de la armonía de esos seres que
en el resurgir de la luna son veraz
horizonte del amor, de la paz.
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