Te esperaba, es cierto. Con el
esplendor de las constelaciones evocando la vía láctea en una noche sin la luz
emocionante de ese animal gris. Ahora estoy aquí, sola, con los latidos de un
corazón que anda sin rumbo, desorientada. Te esperaba. Así con alas azules de
mariposas para seducirte, para que me seduzcas con ese destello especial que
inspira tu mirada. Ya ves lo que transcurría en mis horas. Solo pensaba en ti. Sí,
en cuarto vacío cuyas paredes blancas y frente un espejo me hacían repetir la
escena de lo que te iba a decir. Pero, no llegaste. Se te ha hecho tarde,
dices. Y yo con un cigarro que hace espirales en el desierto de mi alma voy y
me desnudo. Sí, como si de ti tratase. Sola. Frente a un espejo y una noche sin
luna. Lentamente soy cuerpo que con el hechizo invernal se queda con el frío de
mi mirada. Me toco, me acaricio como si de ti se tratase. Círculo en que me
envuelvo y soy yo y solo yo ese ser que llama a los fuegos fastuosos de la
lucidez de la mente. Te esperaba. Ahora
observo que es vano. Que no merece la pena de ser pulso profundo de tus labios,
de tu mirada. Escucho un piano que a lo lejos me dice de la pena que cabalga
rajando cada uno de mis pasos. Y tu, ausente todavía te hallas en las ventanas
que dan al vacío de tu pasión. Te esperaba. Como decírtelo. Velas que se
agotan, caminos destruidos por ese querer respirar sin cadenas que nos oscilen
en el temor. Temor a que, me pregunto. Respirar del aliento de las gaviotas
cuando ya la madrugada se apodera de nuestros sentidos. Respirar del aroma del
universo cuando el jadeo de mi cuerpo circulando por las cimas de tu ausencia
se empecina en pensarte. Respirar del rubor de las olas cuando te dibujo sobre mí,
sobre mi vientre, sobre mis senos
erigiendo el arrastre del silencio de tu voz.
1 comentario:
El ronco lamento de la espera, la inquietud que propicia el desdén no deseado. Sentimiento plasmado en la sonoridad de un texto...
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