Y el beso llegaba, revoloteaba, surcaba, navegaba en sus
párpados con la humedad cálida de un amor que si bien hacia tiempo que no lo
sentía ahora regresaba con su pasión más tersa sobre su piel. Era bien entrada
la tarde noche, noche sin luna. Noche de astros animando el firmamento con la
nitidez de su esplendor. Ella incrédula abrió sus ojos y de ellos una especie
de brillo iluminó ante aquel que posó sus labios ¿Qué haces aquí?, pregunto. Ahora
que me siento caso y deseo solo vagar en las luces del nocturno. No te
esperaba. Es cierto. Pero has vuelto o tal vez yo pienso que has vuelto. Quizás
te has manifestado en la llegada después de una larga espera. Me dices que me
quieres ¡Qué voy hacer yo si también te amo¡ No sé por qué tenia una cierta
imagen vaga de ti, una imagen que me envolvía jornada tras jornada en un pensar
de quien serias. Ahora veo, te observo y absorbo el aroma que insufla tu
aliento, tu corazón…Y el beso llegaba despacito, con calma, sereno, afable,
cordial, introduciéndose con la caricia perfecta sobre su cuerpo, sobre su espíritu…No
es tarde, dijo ella. Siempre podemos albergar el intento de mantener cierta
esperanza de un abrazo ¡Sí¡ Eso abrazo que nos llame, que nos lleve por los
caminos donde el delicado roce nos lleve a la conquista del beso…
No hay comentarios:
Publicar un comentario