Buenos días,
decía mientras abría sus ventanas al corazón del universo. Buenos días amigos
que con sus cantos me hacen un despertar satinado de belleza. Los pajarillos ya
bailaban con sus lenguajes, la calima suave era portal donde se emancipaba la
pesadez de la jornada anterior para dar bienvenida a una mañana donde las
emociones precipitaban el color de la vida. ¡La vida¡, decía ella. Arraigada
como raíz que se expansiona en las últimas estrellas y en los primeros lazos
del astro rey.
XX:
Me llamas. No es por nada. Es que escucho la serenidad de tu voz
invocando mis sentidos cuando las olas rompen en mi pecho desnudo.
YY: Si te llamo. Soy yo. El
océano de tus deseos. Tu amor. Estoy aquí. Estás aquí. Ahora que la playa se
encuentra solitaria, con solo las canciones del oleaje.
XX: Y vienes y vienes. Con tu
perfecta sonrisa, con tu empuje afable, con tus sueños que me embarca en la
nostalgia.
YY: Ay, la nostalgia. A quien ¿A
quien recuerdas?
XX: Navego por la penumbra. Sí,
ahora lo siento. Siento el mecer de vendavales sobre mi pecho y ello crea un
eco que me hace temblar. Tengo frío. Mucho frío. Es el ayer, pesa sobre mis
hombros con sus espadas afiladas. No me ves. No me ves sangrar. Caer ríos de
llantos sobre mis senos. Y yo que creí que instante, este amanecer sería
placentero, que lo disfrutaría contigo a solas. Pero no. El pasado viene. Y
viene. Con sus zancadas de astillas, con su lengua de ortigas que acaricia mi
cuello. Me siento caer. Un cierto desfallecimiento estremece mis rodillas y no
soy más que esas algas que traes, que llevas.
YY: No me has dicho aún a quien o lo que es que
recuerdas. Solo que el terror se cierne en tu mirada. Habla mujer, escupe todo
aquello que te atormenta para que yo sea sumidero de todo tu mal.
XX: Hablar y hablar ¿Para qué? No
vale la pena. Me retorcería más y más en las tinieblas de antaño. Todo pasa.
Inspiro y espiro y que toda fuerza malevolente que sobrevuela mi mente sea
cenizas. Y soplar y soplar. Hasta que mis pulmones esputen todo horror, todo
temor.
YY: Soplar y soplar. Venga amigo
viento ayuda a esta mujer que nos contempla. Ya tus ojos comienzan a ser cumbre
de la tranquilidad, un cierto brillo especial los abarca y este momento que será
eterno entre tu y yo te pronunciare como mujer libre de las traiciones negras.
Negras traiciones.
Traiciones negras
Que se deshagan de ti
Cuando la magia de la luna y el sol
Se besen más allá
De las orillas de la eternidad.
XX: Y soplar y soplar. Que venga la
risa y los tambores. Que suenen los tambores de la danza de los cuerpos
desnudos que vuelven una fetal posición para engendrar una nueva visión de la
vida. Vida ¡Vida¡ Aquí estás.
Buenos días, decía mientras se
despedía del océano. Cerraba sus ventanas y con un suspiro se deja caer en la
bañera donde el agua fría la despertaba, la despertaba…
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