Vienes aquí, a
este lugar donde las estrellas nos hablan de las inquietudes del ser humano,
donde el amanecer es manantial que recorre cada una de nuestras venas como eco
de nuestro amor a su atmósfera. Nosotros aquí estamos con nuestros rituales,
con nuestra oración a la madre tierra, con nuestras humildes cabañas, con
nuestro quehacer cotidiano. Y tú vienes aquí, pasas de largo en esos vehículos
como si fuéramos un espectáculo. Ya no os
basta con ser caza en pleno
avance de las estaciones por esos lugares donde los animales corren salvajemente
con el impulso de su instinto. Ahora nosotros. Os miro. Os observo. Somos de
carne y hueso. O tal vez pensáis que
nuestro ser es de otra particularidad distinta a la vuestra. Puede que sí ¡Qué
ignorancia¡ Nosotros hijos del sol, de la luna seguimos la ruta del firmamento.
Ellos nos dicen recorrido que tienen que tomar nuestras vidas. Ustedes seguís
la ruta de cazadores que aunque no levante fuego nos hieren, nos hace vagar en
la muerte de nuestra existencia. Sí, tribus en alianza con los dioses del reino
natural. Eso somos ¡Marcharos¡ ¡Alejaros¡ Que nuestra calma envuelta en el
exuberante y perfecta naturaleza es canto unísono a la vida, a la libertad.
Somos alas de los colores que se van distribuyendo durante la jornada y ella
nos dice, nos habla de la danza de
nuestro mañana.
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