Extiende sus
brazos. Se arrodilla. La brisa de la caída de la tarde acaricia su rostro.
Detrás de ella un acantilado que besa sus espaldas. Grita. La alegría es eco
que rebosa esas montañas. Está desnuda. Su huella es corazón que se oprime
contra una lluvia agresiva que empieza a caer. Alguien se aproxima, sus pasos
son baladas que la sumerge en el olvido. No reconoce ese ser que se acerca. Que
se acerca y un beso despierta sus húmedos labios. Abre los ojos y ante ella la
mezcla de amores del ayer se hace presente. Todos idos. Todos recogidos ahora
en un lugar donde la distancia es inalcanzable. Murmura algo. Algo que rompe su
garganta y la hace ser palabras de esos recuerdos.
Extraña.
Extraña soy con el aroma
Que envuelve los astros
De un pasado
Que como bailarina rajada
De la escena
Desaparece mientras cae y cae
En el sueño perpetuo
Que la condena a ser sepultura
De sus pasos.
Extraña.
Sombras negras que en caravana
Se aproximan, vienen a mí
Con el girar y girar de mi
sonrisa cansada
¡Aléjate¡, digo.
Aléjate de la siembra
De una opacidad que otras
estaciones
Que ahora son pozos sin agua
Solo, la espesa masa de fangos
Que te arranca, que te eclipsa,
que te estampa
Hasta sonoros besos de hiel.
Sus brazos extendidos toman la forma de
alas que aprietan su pecho. Se recoge
hasta que su frente toca la tierra. Detrás de ella un acantilado que la llama,
que le anuncia que es hora de tomar otro rumbo donde el resonar alumbrado por
otras caricias, por otros encantos será
ventura cuando en vertical se de la vuelta. Se levanta. Extiende sus
alas en horizontal. Se gira. Frente a frente con el vacío que ha de salvar.
Mírame, dice al vacío. Mira este ser que
ahora se emancipa de esas huellas del ayer para ser presente. El presente. Sí,
el ahora es lo que hechiza mi vuelo hasta aquella roca, hasta aquella isla,
hasta aquel trozo de tierra para ser raíz que profundiza hasta esas aguas
freáticas que son entendimiento de ese olor que de mis venas erupciona.
Te observo, dice el vacío. Sí el ahora.
Presente que cabalga como ave sin la dejadez de tu sustancia como perfume de la
nada. Ya debes de partir. Rápido. La monotonía del pasado te estanca entre
cañaverales espesos donde es imposible andar y andar. No puedo decirte de que
va a suceder pero si que serás ruptura de ese silencio que embarga tus años en
la monotonía de una nube gris.
Mi beso, dice al vacío. Será ese mañana
acariciado por puentes donde la solidez de su estructura albergará mi camino.
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