Te elevas bajo las inclemencias
de un haz de neblinas que desea la ceguera de tus huellas cuando las olas que
vienen y van rumian la sonoridad de tu aliento como mujer que se emancipa de
los arquetipos de una sociedad que vaga en la penumbra. Tus emociones son ese amanecer
donde un cielo limpio apura tus andanzas sobre nubes de cristal. Te enamoras de
la lejanía, de esas orillas donde el pensamiento se hace vertical y el peso de
años heridos desaparece, se extingue en la alegría de ser gaviota que surca los
corazones que construyen esa paz, esa esperanza.
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