Me dices que tome la dirección
De las tempestades que tu mano guía.
No, nunca más.
Nunca más posarás tu grito grotesco
Sobre mis pasos
En cada jornada venidera.
Escucha, escucha
Como los pajarillos cantan al alba
La libertad de sus singladuras
Por esta ciudad
Que ya parece cansada, que ya está cansada
De tanto y tanto orbitar
Por los espantos de tus cerrojos.
Mírame. No me quieres observar.
Explórame. No, no lo deseas.
Huyes con la impertinente navaja
Que obsesa anhela ser sueño rajado
De mis despertares.
No, nunca más
Seré esa muñeca descuartizada
Donde tu inclinación por el dominio
Me arrastra, me rasga, me pisa
Para no ser mujer de la brisa
Que juguetea con su mañana
Para ser inspirar e espirar de montes azules.
Inspirar e espirar, ay.
Hace tanto tiempo…
No, nunca más
Serás corriente de cenizas
A todo mi ser. Déjame. Ya está bien.
Deja que el firmamento me guíe
Por otras sendas donde la esperanza respira.
Me siento tan agotada, tan débil
Que tal vez nunca más mire al frente.
¡Vete¡
Y deja que mi vida disipada
Se mire frente un espejo
Donde lo torpe de mis
movimientos
Sean vertical velero de otros mares,
De otras palabras.
¡Sola¡
¡Si¡ Me quedaré sola
Con estas heridas que serán sangrar
El resto de mis años.
Que más da, que más te da.
Ya soy no más gaviota enjaulada,
Presa de todas esas estaciones monótonas
Donde la pena e impotencia me emancipa con las ganas,
Las ganas de otra luz que me lleve hasta la luna
Como vida que surge, que brota con los manantiales de una sonrisa.
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