domingo, septiembre 23, 2012

El lago(narrativa) 2ª parte


     Retorna de nuevo a ese vagón, ese vagón desnudo de gente. El supervisor toca, abre.
- ¿Desean algo señor y señorita?
- Pero es que usted no sabe esperar a que yo le la orden de entrar.
   El hermetismo era sombra que bordeaba aquel caballero acompañante de mi viaje, de ese viaje incierto.
-       Lo siento señor, no quería molestar. Es la costumbre. Es que a lo mejor a la señorita le apetece algo. Son muchas horas…
-       No se nos apetece nada y haga el favor de no molestar más.
Un sudor  de nerviosismo invadía al revisor. A través de su mirada se adivinaba un cierto aroma de desorientación. ¿Qué hacer? Cerró. Sus pasos con la estridencia del tren eran pesados, plasmados en el descontento y desconcierto.
-       Que pesados son. Sé que es su obligación pero las condiciones de este viaje no nos permiten dar confianza a nadie. Me siento de malhumor, no me gusta tratar a nadie así sea cual sea su cargo. ¿Quieres comer algo Rosam? He traído algo por si la fatiga aparece.
-       No. No deseo nada . Me hallo bien. Este viaje es muy largo y a donde quiera que vayamos estoy deseando poner los pies en tierra.
-       Como que no quiere nada. Debería comer algo. Sabe que el nutrirse salva a las almas de esa prolongada tortura de los pensamientos. Si usted no come desfallecerá y eso le provocará un cierto nerviosismo. Ande tome algo.
Se fija ella en al comisura de los labios de aquel hombre, agrietados, ya sea por frío o por el avance de los años. Tenía una curiosidad atractiva ¿Cuántas mujeres lo habrían besado? Y su voz, ¡ay su voz¡ con esa serenidad contundente ¿a cuantas habría embelesado? El se dio cuenta, se da cuenta de que estaba examinándolo, sabe que ella se encuentra desorientada, desconcertada, dudosa para ese destino solo conocido por el. La pesadumbre por un momento hizo mella en sus pensamientos y insuflo un pequeño suspiro. Ella seguía explorándolo ¿Qué le pasará?, se preguntaba y noto cierta tristeza en sus ojos. Miró de nuevo por la ventanilla la oscuridad era tal que no se distinguía nada. Con las horas le llegó y el ronroneo de la locomotora le llegó el sueño. Se quedo dormida. El la observaba mientras explosionaba palabras de esperanza “ Ojala tengas suerte. Suerte en ese allende territorio donde la luna será tu centinela cuando la noche cae, donde el sol te vigilará cuando esta se acueste.  Ojala sepas sobrevivir en ese lugar donde la arboleda será tu fortaleza y las montañas esas murallas impenetrables por cualquier ser humano. Las flores te mimarán y serás libre. La naturaleza te guiará a ser mariposa que jornada a jornada ira creciendo con su aroma, con la fragancia de la esperanza. No estarás marcada como tu padre, nadie posará una mano sobre ti. Pobre hombre ¡Ay¡ Otro suspiro que despertó a Rosam. Lo miro pero sus ojos ahuyentaron las lagrimas que le caía aquel hombre por las mejillas y se acorraló en el eclipsar de sus párpados. Intuía, no solo intuía, sabía, que algo pasaba y ver un hombre llorar no era normal.
  Pensar y pensar así afloró tras la lluvia fuera de su techo. Recuerda muy bien ese hombre, su voz rumiaba ahora en su cerebro. Se detuvo olfateando esos algodones plúmbicos que rondaban en el horizonte del lago. “ Solo horas me quedan para ser caricia de mi cosecha que supongo que estará todo destrozado con la que acaba de caer. Me da igual. Mañana renacerá un nuevo estallido otoñal y el primor del sol me dará fuerzas para hacerla resucitar después de la destrucción”. Se echó a andar en dirección a su huerto. Un huerto encharcado pero aún así pudo recolectar algo. La tormenta no había sido tan fuerte. Unas lechugas por aquí, unos tomates por allá. Inspeccionó el lugar y los charcos abundaban. Pero pudo recoger. En una cesta se lo llevó a la cabaña y lo depositó sobre la mesa para otra vez salir. A zancadas se introdujo en la masa arbórea dejando al lago solo, sin el aliento de su presencia. Recolecto unas cerezas pues ese lugar abundaban los cerezos. Húmedas, frescas se introdujo una en la boca. La saboreó con el eclipsar de sus párpados. Respiró profundamente y ese sabor entre agrio y dulcen la meció en la dicha por unos instantes. Se pregunto por el amor, ese amor que nunca había vista, palpado o sentido. Como besaría ella, ni se lo imaginaba. Como sería su acaricia si nunca había sido calidez del ser humano. No podía responder a sus interrogantes. No podía asimilar como sería sus palabras si algún día se encontraba con un ser de su especie. Retorna al lago, ese lago que la abraza ahora que los dorados rayos salen a flote, como a flote sale ese ferrocarril que la llevo a ese destino.
-       El tren se ha parado pero no observo sombra alguna afuera.
-       Es para retomar combustible. Todavía queda. Pero venga tenemos dos horas para estirar las piernas.
-       Como que estirar las piernas. ¿Es que vamos a salir? Me extraña.
-       Si, vamos a salir. Necesitas coger un poco de aire fresco además no has comido nada. Esto nos despejará la cabeza. Creo que el día de hoy esta resplandeciente.
    Y salieron, bajaron de aquel vagón con el impacto fugaz de los rayos solares. Un enjambre de pasajeros ya había descendido de esa masa de hierro y carbón. Muchas horas, muchas horas en la penumbra de una luz que ahora era natural. No tardaron mucho en adaptarse.
- ¿Dónde estamos?- preguntó ella al paso de él.
  Miró al horizonte, arboledas de un verde intenso, de un verde negro se proyectaban ante ella. El cielo era de un celeste coloquial cuasi invitando a cualquiera a saludar al mundo. En la estación no había nada, nada de nada es como si hubiese un viaje a través del tiempo. Si un viaje a un lugar que por muchos siglos no hubiese sido tocado por nadie y por nada. Una brisa ligera levantaba algo de la arenilla del suelo de madera que ellos pisaban. Los demás pasajeros fueron entrando.
-       Solo veo montañas escarpadas y bajo el una especie de boscaje y esta estación. Y que decir de ella es el desierto en persona. No hay nada más.¡Es tan solitario esto..¡ Y yo que creí haber llegado a un lugar donde el movimiento de gentes, donde el conjunto de edificios me permitiera entrar en un café o admirar los escaparates. Me quieres decir dónde estamos.
-       Solo ves lo material joven. No inhalas la fragancia reinante concebida por la madre naturaleza. No ves que este lugar antiquísimo es una reliquia. Estás tan ciega…Anda caminemos un poco, vamos por la parte trasera.
- ¿Que vamos a ver?
-       Por ejemplo un café que bien humilde sirve el mejor café.
-        ¿Un café? ¿Aquí?
-       Si, ya te he dicho que caminemos un poco.
Se yerguen en la parte de atrás de la estación, un espacio de verde hierba y grises rocas es el panorama. Un pequeño café había. Estaba casi repleto de todos los que habían venido en ese tren pero encontraron sitio.
-       Vamos, ahí nos sentaremos.
-       Por qué esa mesa, está muy alejada de los demás. Yo tengo necesidad de enredarme con la gente.
-       ¡Prudencia, niña¡ Calla por favor. Yo soy tu tutor por si no lo sabías, tu guía y has de hacer lo que yo diga por ordenes de tu padre.
 A regañadientes se sentó donde él le indicó.
- Dime lo que quieres. Algo que no sea galletas pues ya en el tren las has rechazado.
  Aquella cafetería se llenaba cada vez más : parejas, amigos, solitarios, familias. Teniendo muchos que compartir mesa con desconocidos. Con desconocidos, de eso que huían. Ante ellos se presento una anciana mujer con un vestido impregnado de duelo, con un dolor que la agitaba en sentido de unos ojillos cuajados. Pálida, de manos temblorosas apoyada en su derecha por un bastón. Esa aproximación, ese ser lo frenó a el en bloque. No lo esperaba.
 -Buenos días viajeros. Si no os importa ya que todas las mesas están ocupadas y aun queda aquí un sitio libre de sentarme con ustedes- dijo la anciana escudriñando la los ojos de Rosam. A el no lo miraba.
- Si señora. Siéntese.
- Se puede saber a donde vais. Estáis indiferentes a los demás como si estuvierais huyendo. Solo queréis pasar como humo que se desvanece cuando se intenta tocar, mirar.
 Si, una coz. Le sentó a el las palabras de la anciana. Rosam por dentro se sintió divertida.
-Señora. Nosotros le permitimos sentarse y acaso le hemos preguntado de donde viene y a donde va. No sea osada. No son correctas sus preguntas.
- Perdone caballero que me halla inmiscuido y vuestro misterio. No más que decir que vuestro camino hay una amarga astilla que os induce a ser silencio. ¡Huís!
- Señora, no diga cosas absurdos.
- Bueno tómeselo como quiera caballero. Yo ya soy mayor y no estoy para discusiones. Solo me interesan estos raíles en los cuales en la travesía de este tren consumiré el resto de mis años. Antes era vereda por la que múltiples amores pasaban por mi piel, por mis labios. Paisaje de distintas pieles, de distintos idiomas y de arboledas extrañas.
-¡Señora…¡
- No se moleste por la jovencita. Estoy hablando de la vida, de mi vida. No se ofenda usted. Pero cada ser tiene un don especial. Como podría explicárselo. Fui construyendo mi amor ideal en cada uno de ellos, en cada labio que reposaba en mis labios, en cada esencia que reposaba en mi esencia. Era como el romper de las olas sobre rocas carmín, rocas azules donde el corazón se expande para después contraerse y decir adiós. Mi espíritu se enriqueció ante tantas culturas.
  Rosam cabizbaja por él la miraba de reojo. Absorta por las experiencias de esa extraña mujer. Su naturalidad era sobresaliente.
-       Y dígame señora- con ironía entonó el- ¿Quién le espera en la estación siguiente?
-       No se ria usted caballero con mi arte de estudiar las culturas, de escribir sobre ellas.
-       El arte acaso de ser almohada con lo desconocidos. Eso lo llamaría yo otra cosa…Cuide lo que dice ante la señorita.
-       Se preocupa y protege esta linda señorita. Me parece bien. Pero ella en la vida tendrá que atajar, zanjar todos los derrumbes que nos sobrevienen. Y tendrá que luchar sola, no va a estar usted siempre a su lado.
-       Señora comete errores en sus palabras. Cállese, por favor.
    La mirada de el se volvía feroz. Buscaba en aquella mujer ni sabia el que.

                                                                                       continuará
                  

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