Tu palabra se yerta tras las vidrieras de una ventana donde
se agolpa el tintineo del viento. Suspiras cuando eres candela de las últimas
estrellas y estrechas tus manos a la aurora. Abrazas con la desnudez de tu
alma, de tu cuerpo la llamada de las olas que arrugadas en su brillo oscuro son
beso a tus ojos eclipsados. Por un instante eres amante de la tierra, haces el
amor con ella, con su belleza y olvidas ese quebranto, esa pena de la que
padece. Eres sonrisa, eres cavilar constructivo en el pasadizo que se agranda
en un mañana verde, de ese azul que nos envuelve en el equilibrio. ¡Tu palabra¡
Hablas al gemido de las ramas cuando de sus hojas secas se clavan la polución
como bestia de neblinas y sombras que no deja, que no permite el curso natural
de la vida. ¡Libre¡ Si eres libre aunque contengas en tus senos rasgados, en tu
espalda arañada el peso de la nada. Tu palabra es cantinela invisible de tu
corazón y con ella eres habitación de paredes donde se dibujan el vago recuerdo
horizonte, ese horizonte que divisas desde tu espíritu. ¡Danza mujer¡ que ya
amanecido.
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