Y querías viento, y querías agua, y quería tierra
Que en tu ascenso por el magma de la pasión
Se estruja en el sentido de los labios al sol,
Se hacen verticales por cada caricia desatada sobre sus senos.
Ahora lloras, eres anhelar del norte del amor verde, azul
Atiborrado de esperanza para el suceder de las noches.
A veces un grito de tu alma es hueco donde se esconde
Los deseos eclipsados tras el trotar leve de una tormenta
Que trae el estremecimiento de tus pilares.
Yeguas salvajes anunciando la libertad de tus palabras.
Sí, palabras que se yerguen como bailarina caída
A ras de los acantilados cuyo nombre mencionas en tu reconditez.
¡Ay el amor de mujer¡
Mujer sobre mujer en el circular de espumas y algas mientras
El amor es enjambre de llamas que os saborea, que se expande
En el vientre a vientre.
¡Luceros encantados os atrapa¡ y el rodar y rodar de las horas vagas
Sois, somos ese atardecer perpetuo del beso.
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