Sobrevolar en la plenitud de una habitación vacía donde las palabras muertas sin respuestas son jinetes que avanzan sobre la hojarasca. Las luces se apagan y la oscuridad es presencia que asciende por su cuerpo desnudo frente a un espejo que solo es fuente de sus ojos.
XX: ¿Me recuerdas?, digo. Las sombras en este amanecer son cometas de hielo que me tiran, que me arrastran bajo el agreste tornado de la hipocresía.
Espejo: La hipocresía. Creo saber el significado de esa palabra. Vivimos en una sociedad circunscripta a ella. Nos tira, nos desbarata, nos seduce a veces por el mero ello de fantasear. Pero no preocupes mujer tu estás ausente. Sumisa en un círculo de antorchas que son serenata de la verdad, de la nobleza de tu esencia.
XX: Me observo ante ti y la desnudez de mi cuerpo llama a esas aves migratorias en busca de la calidez de las palabras, de la sinceridad. A veces encontrarme contigo a solas me alivia. Sí, me alivia está danza de buitres que nos acosa diariamente en el transcurrir de las horas.
Espejo: Mirarse así mismo implica ser erupción que deshoja cada fragmento del alma que se enfurece, que se tira así misma. ¡Qué el océano sea esa verdad para tu felicidad¡ ¡Qué los montes sea ese follaje que te cubre cuando las inclemencias de las palabras alborotan tu ser¡
XX: Sí, que el océano me cubra con su azul, con su verde rumor en el paso de los años. Sí, que los montes inocentes me nutran de amor. (Pausa) (Se sienta en el suelo pensativa) ¡Ay el amor¡ ¿Cuándo llegará?
Espejo: No te veo. Levántate. Te arrugas, te encojes, te desorientas cuando esa palabra tan gastada es campanada que suena en tu cavilar.
XX:(se levanta) Escucha, escucha ya los pajarillos anuncian el alba. Un alba que viene con lluvia, que viene con viento. El viento, el viento libertad consagrada. La lluvia, la lluvia libertad esperada ¡Ay el amor¡
Espejo: ¡Ay el amor¡ No te apenes. Ya vendrá. Ahora disfruta. Ya vendrá con las canciones que se bailan a ras de la luna, a ras del sol. Tenemos que edificarnos, se base fuerte para esos pilares que izan el zumbido de sus caricias, de sus besos.
XX: La hipocresía. Anida como cuchillos en el aire que por efecto de la gravedad de nuestra conciencia te pueden pillar. Pero seamos puros, nítido resplandor que avanza contra los efectos de la verdad, la verdad….
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