Tarde en calma. Pájaros serenos que consumen los últimos rayos de luz en ramas donde erupciona la sombra. El grito del alma se apega a esa sustancia espesa que escupe una isla. Miles de indignados pidiendo un nuevo ciclo. Caemos y levantamos y así sucesivamente a lo largo de milenios. Y ante esto un parque donde ficus anuncian un cambio. Ahí hay un banco y en el dos seres. No importa su sexo, su edad solo que uno esta de espaldas a otro sentado esperando que la brisa de la noche solo los alumbre la luna, la luna…
XX: ¿Qué piensas? La bola blanca ya nos acoge. No la vez.
YY: No, no la veo. Estoy de espalda. Tú de cara. No pienso nada o tal vez que estas hojas que nos rodean consumen mis ideas. No las pises.
XX: Nada no es la palabra adecuada. Si no quieres hablar no hables. Nuestras entrañas son espejos donde se refleja lo roto de nuestros pasos.
YY: Tu crees. A mi ni eso. A veces me desnudo ante un espejo y no me reflejo, no me veo. Solo el eco sórdido de un gemido que erupciona penas.
XX: ¡Penas¡ ¡Penas¡ Que penas son esas, no estás bien contigo misma.
YY: Sí pero a veces mi razón o quizás mi corazón o los dos a la vez vaga en los sin techo, en el hambre, en la injusticia, en la violencia. Sed tengo sed, ¿tienes agua?
XX: Sí, toma
YY: Gracias. Que fácil y otros….
XX: Ascenderé al pico más alto para ser águila de la libertad, de la paz
YY: Ascenderé al pico más alto para ser águila de la libertad, de la paz.
XX: La libertad de nuestro corazón, la paz de nuestro espíritu cuando bocanadas de olas negras se retiran y dejan la blanca espuma acariciar nuestro rostro.
YY: La libertad de nuestras manos, la paz de nuestra mirada cuando un racimo de alas azules navega por nuestra imaginación.
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