sábado, agosto 13, 2011

ADIOS HIJO MIO

Tierras de fuegos donde la luna da sombra a la suerte de vagar sobre sus llamas con la vigencia de los sueños. Llevas el viento en tu vientre y el peso como defensora de la libertad. La ausencia de cuerpos esqueléticos y mirada ausente te hace sonreír. Pero como ya sabes la realidad es muy bien distinta. Pueblos que se nutren de piedras, moscas y enfermedades sopla en tu corazón, en tus fuerzas. Pareces desfallecer pero descargas ese fardo de penalidades y luchas a pesar de que las mareas son bocanada de hoces. Un infierno los merodea con sus pezuñas de solidaridad nula, con sus colmillos ensangrentados y sus lenguas sedientas. Es la última estación y pareces morir. A través de tu imaginación intentas repetidamente ver un mundo mejor, un mundo bello donde la quema de los rastrojos del alma humana se extienda hasta ser solemne canción de la paz, de la justicia, del alimento inminente para los que ya no pueden más. ¡No pueden más¡ ¡No puedes más¡ Caes en ese foso negro de tus pensamientos sobre un sillón a media vela, miras a través de la ventana y ante tus llamaradas se escurren los astros del nocturno. Pasan las horas y tus párpados se eclipsan y sueñas. Sueñas que almas agitadas y en pena se esparcen por el planeta tierra con ráfagas de llantos, de gritos, de silencio. ¡Adiós hijo mío¡ Dice una madre a su pequeño cuando la vitalidad es solo escarcha, es solo ceniza que nutre los secos campos. ¡Adiós hijo mío¡ Desde su quebrada verticalidad dice una madre a la muerte, a la muerte….

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