Truenos, relámpagos
La tormenta da comienzo
Su desembarco
Con un viento que no cesa
Con una lluvia que al unísono
Araña suave para unos y brusca para otras
Estas tierras rodeadas de oleajes.
La tarde despierta así a sus amantes muertos,
Al silencio de un otoño
Que no se rinde ante la presencia de calles mudas.
Su esencia de fragancia rompiente
Es querida por los boscajes sedientos
Despreciada por las siembras de los pueblos.
Pronuncia el verdor de los valles,
El gris manto de un firmamento
Que a veces sonríe con su arco iris.
Truenos, relámpagos
Se rajan las palabras anunciando
El puertas adentro de unos seres
De miradas resonantes en un péndulo
Que marca las horas.
Para unos tinieblas, para otros vergeles
Donde la interminable soledad de una playa
Asciende hasta las gaviotas que giraran por el universo
Del silencio al encuentro de la calma.
¡Oh lluvia¡
Reflejo de mi corazón,
Te yertas con la opulencia de tu poder
Sobre ventanales, sobre tejados
Tejiendo así un influjo de danzar bajo tu cuerpo húmedo.
¡Oh lluvia¡
Por los raíles de la vida corres serpenteante
Eres chácaras que suenan a la vez que remamos
Por la fragilidad de las emociones, de los sentimientos
Al océano de un amanecer envuelto en paz.
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