Después de aquel comentario, que no era más que un pequeño comentario se introdujeron en el boscaje que era como epicentro de la isla. Embelesados con los bellos sonidos del reino natural fueron escuchas de la llamada de la naturaleza. Se durmieron y en este letargo se insuflaron sueños de una maravilla exquisita. No necesitaban abrigos para taparse pues ya el Dios naturaleza los acogía en su regazo bajo un árbol de añejas y plateadas ramas. Cuando despertaron era noche de luna, noche donde las constelaciones descansa y la plateada es brillante del universo.
- Buenas noches amor, ya despiertas.
- Buenas noches querida, ya despierto.
- Me sorprende la calidez que derrama este bosque. ¿A ti no?
- Si, a mí también. Estamos desnudos y sin embargo no tenemos ese helar que cala hasta los huesos.
- Para que estar trajeados por la superficialidad y la hipocresía. Sigamos nuestro camino.
- Si, ese camino que nos llevará de esta exuberante flora a arenas donde las olas rumian a la serenidad.
- Cuando lleguemos nos sentaremos en la roca donde rompe la espuma del silencio y allí esperaremos con la subida de las mareas la llegada de las ballenas.
- Ellas nos llevarán lejos, muy lejos. Donde nuestro ser no se sienta amenazado por la sequedad de otros que nos arañan con el ayer, que nos muerden con cada paso que damos, donde nuestra lucha pacífica y llena de esperanza abran las puertas a un presente mejor, a un mañana mejor. Venga vamos no perdamos nuestro sueño.
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