miércoles, septiembre 08, 2010

El aliento de la vida...


Te yertas en el refulgente perfume que deja una cascada cuando penetras y al otro lado en su eco cavernoso descubres hojarasca y una piedra en su suelo. Te sientas sobre ella y en medio del canturreo monótono y sereno del agua divagas. Tus labios son humedecidos por la leve oscuridad aunque más allá de ese telón fino de agua el día es murmullo de aves y un sol que luce su cabellera áurea en un mecer de la brisa. Sentada sobre la roca apoyas tu barbilla en uno de tus brazos, meditas sobre como este mundo avanza hacia más pobreza, más mendigos que con su aliento de caja de cartón y periódicos sucios ambulan por esa ciudad que perteneces. La derrota te traiciona e invisible a todo ser tu llanto mana sesgando cada recuerdo, cada imagen que ante ti ha evolucionado. Eres amante de tus sueños por muy ilusos que sean, por muy una y otra vez tengas que pasar por puentes de cuchillos. Te enamoras de la vida, de esta tierra que con sus luces de verano te despierta y hace que llames a ese río por el que todos fluimos. Te declaras como un ser de la lluvia, del viento, de las astros flotantes en el universo y no te limitas a saborear las superficies de los humanos sino que te introduces por sus misterios, en ese vestido verdadero que ocultamos muy adentro. Te yertas de nuevo, dejas esa piedra y consumes tu pisadas sobre hojas húmedas. Sales de la cascada. La jornada no ha corrido mucho, el astro rey se halla en su punto más álgido. Las aves callan en cambio las ramas de los árboles con su verdor más esplendido bailan con el aliento de la vida, de la vida…

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