De nuevo vuelve a su rincón,
Masticando sus gritos
Con el marmóreo alcance de la soledad.
Son duras las pétreas miradas
Como su desnudez frente a una luna
Anudándose en el humeante aroma evadido.
De nuevo se enclaustra con el vaivén del viento, del viento
Atropellándose en un cavilar que la lleva por las sendas del olvido,
Por los peldaños que ha de ascender para que el elixir de la vida
Abrace toda su corpulencia.
De nuevo vuelve a su rincón
Izando sus manos con el balanceo de su cuerpo
Desnutrido de amor, de calidez, de pasión.
Mis horas, se dice
Mis horas son vagones vacíos
Donde el silencio de mis labios es corriente de mirlos
Que picotean todo albor de felicidad.
¡Siempre lo mismo¡
Me fundo con el sueño para levantar mi alma
Carruajes de arco iris me elevan hasta un mundo azul,
Un mundo donde el miedo y la vergüenza no espanten
Los ojos vigías de un atardecer entre malva y naranjas.
De nuevo vuelve a su rincón,
Un rincón que se desvanece a medida que las llamas de la esperanza
Es hiedra plateada que asciende por su desnudez, por sus venas
Liándola en un oasis de luz y color.
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