¡Que decir¡
Desde este espacio donde sopla ventoleras
En lugares indefinidos e indeterminados por la distancia.
Las criaturas se deterioran
En una lucha eviterna,
En una lucha sangrante de almas inocentes.
Por el largo y vasto precipicio
Sus espíritus adolecen
Desgarrando todo aquello que es paz,
Que es fraternidad,
Que es llamas de arco iris
Con la mirada abandonada.
Pueblos carcomidos,
Cadáveres desabrigados,
Solo, una corona de negras amapolas
En la tenue caricia de la libertad,
En el aberrante grito de fantasmas
Danzando sobre sus cuerpos inertes.
Libres son ahora
Bajo fosas hirvientes,
Fosas de tierra y musgo
Que en común comparten el último aliento,
El último retumbar de su nada.
¡Grito de hambre¡
¡Grito de sed¡
¡Grito de frío¡
¡Grito al eclipse de balas y minas gravitantes’
¡Qué decir¡
Hoy mi corazón es leve reencuentro
Con el sueño del ayer,
¡Sí¡, soñada eres.
Tabique de hiedra que desangra
Mi cobijo invernal.
¡Tan aterido¡
¡Tan metálico¡
Las tonadas plúmbicas de la desdicha perpetua
Planea sobre mis turbias pupilas
Y mi cuerpo siente
El retozar de aceros hirientes
Sobre mi piel.
¡Amor desvaído¡
¡Amor contracorriente¡
Pero, vuelo y vuelo
Sobre montuosas alamedas de soledad y silencio
Cuyo verdor cuida mi presente.
¡Mira¡
¡Observa¡
Como mi entereza se derrite
Como los supervivientes a la pureza del amor.
Soy sabina: agrietada, grisienta ,
Cascada de taconeos difusos
De huracanes besando el fango
Donde danzo libre de cadenas.
¡Mira¡
¡Observa¡
Muertos balanceándose
En barcas desastradas a la deriva.
Y nosotros somos espectadores,
Voz erosionada ante sus almas menguadas
Por ese océano banal.
¡Qué decir¡
El invierno es duna gris
Que se encasquilla en mis ojos
En las imperecederas notas de la memoria.
Me transformo
En yacimientos de sueños
Que entierran escenas aberrantes
¡Batallas acabadas¡
¡Hambre aplacado¡
¡Mujeres libres¡
¡Niños intangibles a la metralla¡
Desde este espacio donde sopla ventoleras
En lugares indefinidos e indeterminados por la distancia.
Las criaturas se deterioran
En una lucha eviterna,
En una lucha sangrante de almas inocentes.
Por el largo y vasto precipicio
Sus espíritus adolecen
Desgarrando todo aquello que es paz,
Que es fraternidad,
Que es llamas de arco iris
Con la mirada abandonada.
Pueblos carcomidos,
Cadáveres desabrigados,
Solo, una corona de negras amapolas
En la tenue caricia de la libertad,
En el aberrante grito de fantasmas
Danzando sobre sus cuerpos inertes.
Libres son ahora
Bajo fosas hirvientes,
Fosas de tierra y musgo
Que en común comparten el último aliento,
El último retumbar de su nada.
¡Grito de hambre¡
¡Grito de sed¡
¡Grito de frío¡
¡Grito al eclipse de balas y minas gravitantes’
¡Qué decir¡
Hoy mi corazón es leve reencuentro
Con el sueño del ayer,
¡Sí¡, soñada eres.
Tabique de hiedra que desangra
Mi cobijo invernal.
¡Tan aterido¡
¡Tan metálico¡
Las tonadas plúmbicas de la desdicha perpetua
Planea sobre mis turbias pupilas
Y mi cuerpo siente
El retozar de aceros hirientes
Sobre mi piel.
¡Amor desvaído¡
¡Amor contracorriente¡
Pero, vuelo y vuelo
Sobre montuosas alamedas de soledad y silencio
Cuyo verdor cuida mi presente.
¡Mira¡
¡Observa¡
Como mi entereza se derrite
Como los supervivientes a la pureza del amor.
Soy sabina: agrietada, grisienta ,
Cascada de taconeos difusos
De huracanes besando el fango
Donde danzo libre de cadenas.
¡Mira¡
¡Observa¡
Muertos balanceándose
En barcas desastradas a la deriva.
Y nosotros somos espectadores,
Voz erosionada ante sus almas menguadas
Por ese océano banal.
¡Qué decir¡
El invierno es duna gris
Que se encasquilla en mis ojos
En las imperecederas notas de la memoria.
Me transformo
En yacimientos de sueños
Que entierran escenas aberrantes
¡Batallas acabadas¡
¡Hambre aplacado¡
¡Mujeres libres¡
¡Niños intangibles a la metralla¡
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