Desde un rincón de mi desnudez
Acaparo la cama revuelta por la dejadez
Con sus sábanas de un mundano musgo.
Recuerdo de cuando tú
Eras gozo más allá del horizonte
Donde el amor alberga el arco iris
Como elixir titánico
De una lluvia de otoño.
¡Mis labios¡
¡Mis pechos¡
Mira ahora
Como la congoja con matices cenizos
Es tiempo que me sacude en vendavales,
Me desahucia severamente por barrancos de alfileres
Transformándome con la oscura luna
En petrificada semilla de grises sueños.
Hago memoria
Y recuento los copos que se deslizaban
Tras la ventana cuando tú…
Cuando tú rodeabas mi cintura.
¡Tú vientre¡
Tu vientre y mi vientre,
Unificados en un mismo son nocturno
Bajo una atmósfera radiante en amor.
Y esa caricia tierna.
¿Dónde está?
Y esas suaves palabras,
¿Dónde son yacimiento ahora?
Tal vez,
Por las arboledas que conforman tu mundo
Vague mi espíritu como nido de jazmines.
¿Cómo te recorría?
Lejana pero con intensidad,
Con la fluidez exultante
De piedras preciosas colonizando mi esencia
Imbuida en el romper de las olas.
¿Cómo te admiraba?
Penetrante haz de estelas
Compañeras de mi mirada.
¡Tú mirada¡
¡Tú mirada¡
Un suspiro me desviste
En el inmortal alcance de tus pupilas,
Resucitando en la lumbre de mi lámpara tu imagen
Y yo, me siento desfallecer.
Y yo, me siento caer por borrascas amargas.
Te añoro
¡Te añoro¡
Te deseo
¡Te deseo¡
Ay de ese magnetismo que nos anudaba,
Que nos embriagaba como amarras de un sudor.
Tú cuerpo
¡Tú cuerpo y mi cuerpo¡
Influidos por el redoblar de la madrugada:
Resbaladiza, saciándose de nuestros muslos.
Tú sexo
¡Tú sexo y mi sexo¡
Riendas sueltas del colapso
En la entrada de nuestras lenguas
Envileciendo la fogata de las amantes.
¡Amantes¡
¡Soñadoras¡
¡Misteriosas¡
Escondidas bajo una misma melodía.
Sumisas, aun silencio glorioso.
Caminantes de escarpados vientos
En los mismos chasquidos
De la soledad.
Acaparo la cama revuelta por la dejadez
Con sus sábanas de un mundano musgo.
Recuerdo de cuando tú
Eras gozo más allá del horizonte
Donde el amor alberga el arco iris
Como elixir titánico
De una lluvia de otoño.
¡Mis labios¡
¡Mis pechos¡
Mira ahora
Como la congoja con matices cenizos
Es tiempo que me sacude en vendavales,
Me desahucia severamente por barrancos de alfileres
Transformándome con la oscura luna
En petrificada semilla de grises sueños.
Hago memoria
Y recuento los copos que se deslizaban
Tras la ventana cuando tú…
Cuando tú rodeabas mi cintura.
¡Tú vientre¡
Tu vientre y mi vientre,
Unificados en un mismo son nocturno
Bajo una atmósfera radiante en amor.
Y esa caricia tierna.
¿Dónde está?
Y esas suaves palabras,
¿Dónde son yacimiento ahora?
Tal vez,
Por las arboledas que conforman tu mundo
Vague mi espíritu como nido de jazmines.
¿Cómo te recorría?
Lejana pero con intensidad,
Con la fluidez exultante
De piedras preciosas colonizando mi esencia
Imbuida en el romper de las olas.
¿Cómo te admiraba?
Penetrante haz de estelas
Compañeras de mi mirada.
¡Tú mirada¡
¡Tú mirada¡
Un suspiro me desviste
En el inmortal alcance de tus pupilas,
Resucitando en la lumbre de mi lámpara tu imagen
Y yo, me siento desfallecer.
Y yo, me siento caer por borrascas amargas.
Te añoro
¡Te añoro¡
Te deseo
¡Te deseo¡
Ay de ese magnetismo que nos anudaba,
Que nos embriagaba como amarras de un sudor.
Tú cuerpo
¡Tú cuerpo y mi cuerpo¡
Influidos por el redoblar de la madrugada:
Resbaladiza, saciándose de nuestros muslos.
Tú sexo
¡Tú sexo y mi sexo¡
Riendas sueltas del colapso
En la entrada de nuestras lenguas
Envileciendo la fogata de las amantes.
¡Amantes¡
¡Soñadoras¡
¡Misteriosas¡
Escondidas bajo una misma melodía.
Sumisas, aun silencio glorioso.
Caminantes de escarpados vientos
En los mismos chasquidos
De la soledad.
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