martes, junio 23, 2009

El faro...(relato)

Se encendía el faro y se apagaba. La mar estaba rugosa como las sábanas cuando uno se acaba de levantar. En la barca iban dos personas. Ella de pelo castaño y ojos similares a la bóveda celeste en un día de verano; el, de pelo azabache y ojos grises cuando la tormenta cae. Iban en busca del ánimo de la vida para que su relación no se estropease más y más. Por ello ese día decidieron navegar juntos movidos por los dioses del océano. Ambos depositaban en sus almas el cansancio, el agotamiento que viene en una unión de tantos años. Aunque la temeridad de lanzarse al mar sin saber sus destinos era fuerte, con sus cuerpos semidesnudos se alzaron con los remos por ese líquido del color del metal y con los gritos de las olas. Naufragaron, el océano los traicionaba con su opulencia, con su tiranía. Pero pudieron nadar como podían hasta ese lugar donde un faro se encendía y se apagaba. Hastiados, cansados llegaron. Sus piernas temblaban al ser otra vez tierra firme. Tierra de la nada. Porque no había nada. Miraron el faro y había desaparecido. Se había extinguido como la pasión de sus corazones. Anduvieron entonces un rato. Y nada. Aquella era una isla desierta. Solo habitada por una gaviota. Se aproximaron a ella y sorprendentemente ella les habló.
“Que os pasa amantes que buscáis la verdad de vuestro amor. Ya se que vuestra atracción se ha desmigajado. Por nimiedades diría yo. Aquí estáis ahora. En esta isla donde los corazones desterrados renacen de sus cenizas. Vosotros mismos seréis jueces de vuestros defectos. Aceptaos tal como sois. La vida de cada uno hay que respetarla y en la relación en pareja debe existir la libertad, la libertad de ser silencio ante otro sin que ello, si existe confianza, os lleve por las tinieblas que rompe todo lo que habéis creado. “
Los amantes se miran perplejos. Una gaviota aconsejándolos. Una gaviota que encuentra el reducto de lo que les ocurre. Es como si sus almas se hubieran separados de sus cuerpos y se hubiera unificado en ella. La comprendieron. El faro de nuevo se encendía y se apagaba lo que indicaba que era hora de volver a su tierra. Solo tenían un tropiezo, no tenían barca.
“ Es verdad amantes no tenéis barca. Pero que más da. Nadar y nadar que los cachalotes os ayudarán a regresar de donde habéis venido.”

2 comentarios:

Tirimasil dijo...

Es extraño, pero voy hacia atrás en tu tiempo. Me reafirmo en todo lo que dije antes y confieso que me has sorprendido con los cetáceos. Precioso. ¿Son también tuyas las láminas?

DUNIA SANCHEZ PADRON dijo...

Gracias Domingo por tus comentarios. Si, las láminas son también mías.
Abrazos
Dunia