Subí por estrangulados acantilados
Donde la calidez espantada
Era apuñalada por estatuas de hiedras
A la orilla del beso inalado,
Del beso iluminado por colores grises
A la sombra de una sabina arrugada
Y pianos que danzan al amor disecado,
Al amor que cada jornada no tiene ganas de vivir
Ante el susurro de tu mirada, ante los mensaje del sol.
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