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Habitación cero. Una habitación de
paredes blancas y suelo gris. Soñé y soñé que alzábamos un brioso vuelo donde
la lluvia nos alimentaba a cada avance. Pero estamos aquí, en esta habitación
de hospital. Es diciembre. Es navidad y no se porque fuerza misteriosa de las
entrañas de la tierra y de los misterios del cosmos pronuncias mi nombre y sonríes.
Sin más me contesta a mis preguntas y mis emociones corretean por mis carnes
frías como una esperanza…la esperanza de que tu contento se mantengan por estos
días, por estos meses, por estos años. Hoy es navidad, emano una cierta
expectativa de tu mañana que será el mañana de todos, el de andar por las
corrientes de los pájaros cuando tienen ganas de cantar. Después el final,
todos llegaremos a ese final, donde muerto el cerebro no hay paso que dar. Hoy es
navidad, una jornada más, sonidos alegres se escuchan de las otros pacientes,
de las otras habitaciones. Aquí , estoy contigo, tu y yo….yo y tu, respirando
de este ambiente tan triste. Y estamos aquí, yo agarrada a la suavidad de tus
manos conversándote y conversándote. Tu escuchándome y escuchándome un día más
donde mi espíritu tiene arraigado la verticalidad de las montañas. Te doy un
beso en la frente. Me das un beso en mis cachetes. Espero que esta armonía nos
traiga las ganas de vivir, las ganas de seguir adelante ante este tortuoso
camino que hemos de realizar. No hemos perdido madre, continuamos agarradas a las raíces de la tierra. Navidad. Diciembre.
Habitación cero. Habitación de paredes blancas y suelo gris. Me recojo en ti y
nos despojamos de muchedumbre alocada , acelerada que prima en esta época.
Enfebrecidos, enredados en el complacer cuando los abrazos han sido negados en
el resto de los años. No entiendo. Las celebraciones deberían ser rituales
cotidianos. El abrazo debería ser continuo en el proceso del tiempo hasta el
adiós. Sí, hay un adiós. No nos damos cuenta, pero hay un nicho esperándonos,
es irremediable. Y después solo queda lo que has sembrado, lo que has arado año
tras año sellado en tu pecho. Me oyes, ya lo se. Aunque los doctores digan lo
contrario. Te estimulas ante mi presencia , ante mis palabras en esta
habitación de paredes blancas y suelo gris. Sabes madre tengo un rasgo de
melancolía, una penumbra pasa por mi mente, pienso en aquellos que no tienen
nada, en aquellos que lo diario es sufrimiento, en aquellos donde el vacío de
sus manos, de sus vientres solo consiguen el abrazo de la muerte delirante, invalidándoles
para el disfrute de cada sueño, de cada deseo. Un ensueño transpira en su venas
por unos instantes, un instante que es la nada. Hace frío en la isla, enfrente
, la isla compañera, la isla amiga, la isla hermana encendida de un magma que
no deja de avanzar. Temblor. Mi expresión se vuelve espesa, sombría y disimulo
mi dolor particular. Te sonrío, me sonríes en esta habitación de paredes
blancas y suelo gris.