sábado, noviembre 16, 2024

divagaciones

 


Aquí estamos donde las islas ovacionan a las mareas inmortales en el transcurso del despertar. Nos comprometemos con alistarnos en los caminos de la paz con la sostenida armonía conversando con los astros. Un amanecer se vierto lento, broncíneo con el halago de una brisa suave que calma las gargantas secas. Mis manos , tus manos, nuestras manos son el sonido de la palabra muda, de la calma retratada más allá de las olas. Y sonreímos, mientras una pardela gime a lo lejos entre los acantilados del silencio. Aquí estamos donde los brazos se extiende en el angosto pasillo de una nueva jornada, libres.  

domingo, noviembre 10, 2024

ELLA BAILA SOLA

 



Ella baila sola, como todas las bailarinas. Se fue donde la bahía llamaba a las ballenas y en la orilla donde en la arena dorada del crepúsculo hundió sus mullidos pies, su dolor, su sufrimiento. En un gesto lento alzó sus brazos donde el sol llamaba al despertar. Y en esta danza se movía al son que las voces de las olas eclosionaban sus sentidos, verticales, expansivos en su baila. Ella baila sola, detrás del escenario cuando una grave lágrima estrecha su rostro como mujer fuerte, como bello espíritu en al danza con las gaviotas. Ella baila sola, ajena a todo aplauso, a todas luces se fijaba en sus pies, desvariados, destruido en el sonido imperfecto del mar. Después se detuvo, una parada que la hizo inspirar y espirar con lo vaguedad de sus pulmones, de su garganta rota. Caviló sobre esa soledad, sobre ese encuentro con la memoria de las mareas que era su memoria, que era su vida en el ritual de las jornadas. Por un instante se levantó el telón y el escenario era vigor de las gentes que ocupaban sus asientos. Era gratificante por segundos después el silencio, un manojo de rosas de algún admirador, el hervor de su cansancio. Ella baila sola, como todas las bailarinas. Se miró al espejo y el maquillaje difuminado por el sudor , el esfuerzo marcaba su destino, en el mañana. Ella baila sola, se sentó en la playa, un poco de quietud no viene mal y como dicen los sus antepasados, frente a frente, nunca le des la espalda, a la soledad de las mareas que bien traidoras son. Estática y con su respiración lenta se quedo mirando el mar, el faro, esa bahía donde el errante desierto de su corpulencia le hacia mirarse sus pies, huesudos, heridos y el más allá de su existencia. Y comprendió todo lo que le habían robado, su plenitud en vuelco del oleaje, cada vez más agresivo a medida que su terreno era invadido por cemento. Y ella baila sola, mujer de cristal donde los espejos reflejan el amargor de su pena, de su agotamiento, de su resistencia a la caída, al abismo. Su cuerpo también había sido invadido, por la dicha de la gloria, por los esos aplausos cuando los cisnes cantan a la oscuridad.

sábado, noviembre 09, 2024

LA MEMORIA DE LO COTIDIANO

 


Pensaba que era su cura. Horas y horas alimentándose de su visión en el rumor de las olas, en ese mar que todo lo limpia, que todo lo sana. La miraba como se mira al vacío cuando el tremor de la pena ahonda en el pecho. La miraba como se mira la herida cuando la herrumbre no deja curar en el curso de los días…los días. Y los días pasaban en un otoño donde el calor anómalo se pega a nuestras espaldas. Su enfermedad degenerativa la llevaba al alejamiento, a veces con momentos de lucidez, a veces con momentos de la nada.

Cómo te encuentras hoy, me dice ella en esa conversación cotidiano cuando nuestros cuerpos se nutren del despertar en sábanas revueltas. Yo contestaba que bien , qué más decir, para que contarla de mi tristeza, de ese llanto que me sondaba a cada instante, en ese preciso momento cuando la realidad a plena luz del día se aproxima.

Mi madre, oh querida madre se iba.  Se iba por esos carriles de la desgana, de la monotonía, de la demencia hostigadora con el paso de los meses. Y aquí estoy con ella. Sí, con ella, despechada por la claridad de las ideas, escuchando como el rumor de las olas se ceba su adiós de las raíces de esta atmósfera. Sus manos frágiles, transpirables las poso entre las mías y cometo una batalla en un viaje imposible, donde la memoria de las mareas se pierde, con ella.

Me abrazas, pones tu mano sobre mi hombre y me animas. Aquí, las tres donde el océano deja la isla. Aquí, donde las gaviotas en sus alientos en espiral corren hacía su presa. Aquí, donde una mañana de otoño desprende su olor de algas.

Y esto no es la cura sino disfrutar de sus últimos momentos en que sus ojos aún pueden hablar, aunque su silencio es eviterno. Las olas vienen y van. La marea está baja, la calima tiñe de un amarillo pálido el cielo.  Oh, madre, querida madre, así es la vida. Hablaremos cuando los astros iluminen nuestras almas más allá de esta tierra. Ella no desvía su mirada del vaivén del oleaje. Un perro anda suelto y ello despierta su atención. Siempre ha amado los animales. Se entretiene con ello y puedo ver como se perfila una sonrisa en sus labios. Y yo también sonrío y ella también sonríe. Nos agarramos fuertemente la mano y esta evasión de lo cotidiano de la vida lame cada preocupación, cada mortificación habida en mi razón.

Caminamos un poco, ella en su silla de ruedas. Y en la orilla nos fijamos en esa felicidad comprometida con el reino animal, con la madre tierra. Pienso en mi final, que no será el mismo, pues el ultimo aliento está en el testamento vital. Ronroneo mi mañana, que es mi futuro y escenifico mi ida. Mientras lucho con los demonios de mi reconditez, quiero que se quede aquí conmigo mientras pueda, que su despedida sea lo más gratificante, bonancible posible. Regresamos junto a ella, cada una coge cada mano y con esa sonrisa fiel seguimos ese perro y el aliento en espiral de las gaviotas.

 

 

 

viernes, noviembre 08, 2024

LA NOCHE

 


La noche. La calima. Quietas mareas donde la memoria se difumina. Mi silencio. Mi soledad. Mis palabras insomnes en medio de la nada. Lo estático de las estaciones. El final del aliento donde las olas rompen. Ando donde las cerraduras cabalgan en su hegemonía. Ando donde los ojos se oscurecen al termina el día. La noche. La calima. Entregada a las alas de la esperanza me compongo y cada pedazo de esta isla que piso es soga que me enmudece. Callo y el callar es una tristeza o tal vez una desgana o quizás un cansancio. Pero la noche viene. La calima se hace densa. Los astros hablan del mañana y ese mañana será un despertar donde los sonidos de cuerpos mecidos en sus callados camino andan en lo ausente, en la memoria que muerde su ayer. La noche. La clima….

viernes, noviembre 01, 2024

DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE NOVIEMBRE

 



Lo simple, lo humilde, lo pacífico de lo cotidiano. Un sol recae en mis hombros y levanto en la verticalidad del horizonte. Un abrazo mece el vacío y levanto en la verticalidad de mis ojos. Aquí, ahora y lo efímero de este tiempo que nos observa con la sutilidad fértil del vivir. Inspiro y espiro, lento, con las cerraduras a todo mal. Escucho los pájaros y el callado ritmo de las arboledas. Aquí, ahora y la quietud de mi ánimo en el hábito de la rutina.

domingo, octubre 27, 2024

LA DESPEDIDA

 


Estoy cantando. Sí, cantando , ahora que el final de mi vida en esta isla reclama a la alegría. La enfermedad se embrutece, enturbia, entumece cada uno de mis movimientos y ese dolor que rompe rocas en el abismo insonoro se escuece en mis ojos. Estoy cantando. Los años son largos, mi cabello cano se enraíza en cada una de mis vivencias. Veo aquel día donde corría en la intrepidez de la inocencia. Veo aquella hora donde ella , en una plaza, esboza una sonrisa de rosas roja. Veo aquel enjambre de estudiantes universitarios sin saciar su futuro. Veo las batallas donde los pájaros callan entre tanta y tanta miseria. Veo la huida del más fuerte a las orillas impenetrable de las mareas. Me veo yo, caminando con la canción de las soledades, de los amigos. Ahora que canto, en este silencio mío, pasan por mi mente fotogramas de cada vivencia, sea buena , sea mala. Y reconozco que he vivido o no en las gargantas de los desfiladeros que nos lleva hasta este día de hoy. Sola, aislada, con la vejez de mis pisadas. La muerte viene, lenta pero viene. El sufrimiento se hace imposible, rajando mis sueños de hoy, del ayer. Frente a mi una playa, esa amada avenida donde mis paseos cotidianos alumbraban el saludo. Y ahora que es de madrugada y la luna se esconde, estoy cantando, cojo mi bañador y me dirijo a la arena. Mis fuerzas mermadas me lo permiten , creo que es el ultimo pensamiento hasta la muerte. Una lágrima se restregaren mi mejilla. No. No me despediré, me es igual mi fortuna, ahora no vale. Sí, lo digo, ahora no vale la pena.. Y digo no vale la pena. Me iré donde este cosmos ampare mis huesos quebrados, mis carnes flácidas, mi dolor. Y por ello canto, no quiero comprometer a nadie, he permanecido postrada en un sillón, en una cama por mucho tiempo y digo que ya es hora, ya es hora de cruzar esta dimensión para descansar mi cuerpo, para que mi alma vuele más allá de la vida, para que mi voz recorra el oleaje de otros mundos. Estoy con el bañador, el agua está fría, no tanto para la fecha que estamos. Orión me mira y yo lo miro como parte de mi existencia. Veo las gentes idas. Veo la última cena donde me reunía con mis amigos. Veo mi ultimo trabajo. Veo mi piano, callado. Veo el adiós.

miércoles, octubre 23, 2024

ESTA SOY YO

 



Escúchame, está soy yo

Mujer errante de un firmamento oscuro y profundo

Mujer de un oleaje invisible ante los espejos de la conciencia

Mujer de vientos noroestes embriagada de una añoranza.

Mírame, está soy yo

Mujer blanca

                Mujer negra

Mujer de las danzas de la noche con los astros

Mujer de baladas tristes en el eco insonoro de los pájaros

Sin más, soy yo.

La, la, la , la

Escúchame, está soy yo

Mujer nacida de los bríos de las flores nuevas

Mujer vocacional del vientre con vientre

Mujer de sexo anónimo a ras de las tentaciones

Mírame, esta soy yo

Mujer del querer maldito

Mujer hechizada por las lunas de un universo confuso, caótico

Mujer a mujer en el paso del tiempo.

La, la, la, la

Esta soy yo