viernes, marzo 28, 2025

LA VISITA (NARRATIVA)17

 

17

Flores marchitas recta por mi vientre. Un despejado cielo ahora que la tarde transcurre en la espera. Me animo. Me desamino. Me miro. No me miro. Observo el maravilloso paisaje que se entorna a mi derredor y me consumo en él. Observo las fantásticas historias que narran mi cerebro sobre este lugar y mis ojos chispeados, humeantes las atrapa. Despierta sueño. Despierta imagino el mundo fantástico anterior a este confín de la isla. Sí, la isla…la isla. El mundo…si el mundo. Enigmas sin resolver de como civilizaciones arcaicas adoraban el firmamento, este cosmos tan lejano, tan cercano que nos acoge, que nos guarda en un rincón de su descomunal dimensión. Y este espacio es nuestra vida, no hay más. Por ahora, no llegaremos a otras. Es tan complicado, tiene que verterse multitud de condiciones y después que …la vida. Y qué clase de vida. A lo mejor estas construcciones, esa arquitectura tan perfecta matemática y astronómicamente fueron elaboradas por ellos. Pero eso fue hace mucho tiempo y no tenemos la suficiente memoria, las suficientes pruebas de ello. Sin embargo, hay algo en este extraño sitio que me hace asumir que hubo un auxilio externo hace muchos años…muchos. Ahora, invoco lágrimas de la naturaleza que me viste, de esas voces que provienen de esas cavernas donde las gentes rebosan de lo cotidiano. Un escalofría se posiciona en mi columna, siente pisadas a partes de las voces ocultas en las cuevas. Y estas pisadas en el silencio inmenso suenan cada vez más próximas. Estoy aturdida. Estoy espabilada. Estoy conquistada por la belleza y no quiero mirar. Su olor me va llegando. Es alguien que se acaba de duchar, es alguien de la zona. Cojo el tren más próximo y ávidamente me doy la vuelta. Una sonrisa se expande en ese rostro que viene…que viene animoso. Puedo que sea él. No más cavilaciones sobre si será o no será. Me hallo en estos montes sagrados donde el ritual de sus herederos ha sabido convivir con el ayer. Me hallo donde los primeros pobladores de la isla instalaron un imperio al sol, al tiempo como muchas civilizaciones. Y Anne siente la cercanía de quien le escribió la carta. Una enrarecida emoción se le muestra. Aun no tiene ganas de saludar en este apartado vergel donde solo el resonar de la voz se siente. Almas sordas a ella o tal vez la estén mirando como una extranjera más de su propia tierra. Y Anne admite su queja, le apetece estar sola en esos instantes donde ha vuelto a encontrarse con la bella y salvaje naturaleza. Escribe en su mente todo lo que mira, todo lo que siente, todo lo que desea. Respira hondamente, refugiada en ese aislamiento de estas montañas de la isla. La paz, eso es. La paz que escala por sus cimientos es tal que parece levitar sobre ese mar de nubes. Y zas, se conmociona , otro estruendo, su estática postura se tambalea y escucha los gritos de la desolación, de la consternación, de una queja , de una pena que dejara secuelas a lo largo de los años a aquellos que habitan la isla vecina. Se levanta y sin mirar atrás se estira en el horizonte. Una humareda letal sobresale en el mar de nubes. Su congoja la lleva otra vez allí, a la isla…a la isla. Una mano se posa sobre su hombre, al principio no se percata de esa mano raíz que intenta despertarla de su visión dramática hasta que escucha su nombre…Anne, Anne. ,,,,?¿Eres tú Anne? Entre tanto el hijo de Tragalunas se siente violentado al mirar el horizonte, ve lo mismo que Anne, pero en otra perspectiva. La mar esta revuelta, hay mar de fondo y el olor a algas le llega mientras en la parada espera el autobús. El también siente que una mano se enraíza en su hombro. Se da la vuelta, su padre algo descolorido, algo cansado lo abraza. Y se deja abraza, quiere poseer todo lo que el tuvo de su madre. Su imaginación lo lleva a la isla de Lobos y la escenifica como mujer opuesta a una sociedad parada, taciturna, arcaica. Se podría decir una mujer que quiso libre y halló su libertad allí donde los cetáceos cantan, donde los lobos de mar descansan. En su faro, aguardando a Tragalunas cada madrugada.  

 

sábado, marzo 22, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 16

 

16

Ahora que estoy aquí, en el lugar, nadie aparece. Me moldeo a un sol que viene sobre un mar de nubes que me despide de la lluvia. Me acojo en su regazo…ese tentador abrazo cálido. Miro estas cuevas casas. La nada brota ahora que es mediodía y el día se puesto su traje más esplendoroso. Me embriago de la ligera brisa e intento que este astro rey tibie un poco mi cuerpo. Sin embargo, escucho voces que sale de esta hileras de cuevas. Voces sin ojos. Voces sin labios. Voces sin cuerpos. Un eco poderoso me viene y escucho bajo estas piedras conversaciones de quien las habita. Llegan a mi con el resonar tembloroso de un eco como si naciera del estómago de estas montañas. Todo luce verde, un follaje maravilloso, agradecida tierra. Ahora que la lluvia se va me encuentro en este susurro de esos hogares y callo. Oigo sin hacer ninguna opinión. Saco la carta de la mochila. La leo, lo que se puede leer. Estoy aquí donde el camino de cuatro cruces es sitio de encuentro. Intento leer la hora, pero la tinta se ha corrido y me siento, algo cansada, respirando lo hermoso del lugar. Uhm, esta paz. Parece que por un instante hasta el volcán calla y me reconforta me hace migrar en la memoria. Hacia años que no visitaba lugar. Juan…juan vete a ver como están los cultivos. Escucho, frases , mi olfato pasea por el frescor con el aroma de un café. Por momentos siendo la necesidad de tocar en algunas de sus puertas. Pero que pensarían estas gentes con las pintas que traigo. Y ahora en este silencio solo perturbado por las voces de esas grutas me aíslo más en mi soledad. Una soledad que me ha llevado lejos. Son los años. Hay un punto en que no necesitamos a nadie solo, las esferas de nuestros vientos. Un viento norte rajando cada dolor, cada daño, cada despecho lubricado en esta sociedad. Y ahora sonrío , aunque los años me hallan cambiado todavía queda algo de esa juventud. Me hallo amenizada por un yo verdadero, conforme, luchador, constante, complaciente con quien soy. No está en su casa. Mi padre no está, algunos nubarrones aun asoman y la hora que es todavía no ha llegado. Intento fantasear en que se encuentra charlando con alguien, pero una fuerza tirana me desboca y un vértigo me consume. Un sudor frío aprieta mis sensaciones y soy fatiga constante , impertinente. Me entra ganas de llorar, me hallo impotente y me empuja una amargura que me invita a correr a no sé dónde. Y me paro. Razone y levanto mis piernas hacia el mercado. A medida que camino, que me acerco paro la esperanza, la ilusión de verlo. Y todo en esta vida se cura o casi todo. Hay países menospreciados por el ego de los imperios poderosos. Imperios que caerán como han caído a lo largo de los siglos. Anne, en estos momentos suspira, sus sentidos se desplazan a la levedad y en vertical su peso se aferra a la existencia, a lo andado. Mientras el hijo de Tragalunas ve la luz al final de un túnel negro, plomizo, pegajoso. Ve a su padre hablando con alguien de los puestos. Y se alegra y sin decir nada da media vuelta y se dirige a la estación. Sus vidas tan distintas, tan lejana sin embargo unificados en el amor. El señor anciano baja de la guagua con su perro guía. Mira como un acto inconsciente hacia arriba, hacía el cielo como si viera, como si se percatará que ya por hoy no va llover más y es que lo huele en el ambiente, en sus sentidos. Camina lentamente por la ciudad con su perro guía y le agradece que le acompaña. Y Anne agradece de seguir para adelante, sola, en su hábitat. Y los tres son personas de una sociedad enriquecida, pacífica. Y otra vez los temblores, el estremecimiento devastador de la isla vecina. Los dioses del universo conspiran en la isla vecina, una masa corpulenta despiadada se levanta contra ella. Y ellos lo siente. Anne se levanta y atisbo de inquietud la hace agarrarse a las cuatro cruces. Dónde estará, se pregunta. De todos modos esa larga espera se le hace amena y lo agradece, es como si una cama de seda tejiera en sus espaldas…en sus espaldas cansadas.

 

viernes, marzo 14, 2025

LA VISITA (NARRATIVA) 15

 

15

Me detengo. He llegado al punto de encuentro, en estas casas cuevas del pueblo. La lluvia también se detiene. Estoy mojada, estoy húmeda y ello me lleva a mi ayer. Un ayer de sábanas frías. Cuantas veces suspiré por amor, no mucho, pero existió alguien en mi camino que me hacía dormir despierta mientras acaricia mi vientre, mientras la gelidez y un aire hiel rajaba mi cama. Y yo me quejaba para mis adentros. Y yo lloraba para en mi reconditez. Y yo imaginaba zarpando en la libertad de un beso, de un abrazo. No se porqué me vienen estos recuerdos a mi memoria pero , vienen. Vienen con el vencimiento de mi derrota en el paso de los años. Y me da igual que no lo supiera, me inventaba sus labios, sus ojos , sus manos acariciando mi cuello. Y ese mismo frío que sentía en esos años lo siento ahora, desolada, sola, rumiando que a lo mejor, que quizás te acercarás a mí. Tu sin nombre. Tu emergiendo de una canción de antaño. Yo me agarraba a mis sueños. Yo me agarraba a la verticalidad de las jornadas. Yo , con mi fuerza , evolucionaba a tu encuentro. Los días se hacían plomizos, con pasos perdidos en calles que desconocía sus habitantes. Sí, te busqué en el vacío, en la nada. Ahora estoy aquí en el monte, en este monte laureada de naturaleza viva, donde los pájaros después de escampar retoman su murmullo. Estoy mojada, estoy húmeda. Observando estas cuevas cuyas gentes estarán en la hora de la siesta. Temblor. La tierra se estremece y despierto de mi ayer para da cabida al presente. Este mundo cada vez marcado por desastres naturales ya sea antropogénicos o por su raíz. La huida se presenta. Aldeas enteramente destruidas, ofuscadas, eclipsadas por el reino natural. Y entonces, la huida. Ya no solo las batallas perdidas, sino los desastres de la naturaleza, las sequías, las inundaciones etc…. Retomo el silencio de mi mente y me siento, espero el encuentro. Y Anne se sienta en un banco de piedra, húmeda, temblando. Siente el tremor de la isla vecina y desde el lugar que se encuentra podrá visionar la humareda. Ahora, el cielo aun con nubarrones se va sorprendiendo como van descendiendo estos. Se halla algo fracasada, sus pensamientos frágiles, lánguidos , vacilantes la llevan a la memoria de un pasado que la hace agotarse. Ahora que se encuentra. Ahora que es ella. Ahora que todo lo referente al corazón le es igual. Ahora que el mediodía es un susurro de calma. Ahora que su libertad es altitud de donde puede visitar todo su ayer, todo lo ido, todo sus errores. Se mira a si misma y ya no tiene excusas para continuar su vida. Se mira y sus manías se vuelven refugio de su equilibrio cotidiano. Escucha las aves, se detiene en esas cuevas casa y su mente se revira y piensa la yerma compañía de aquel hombre ciego, de aquel muchacho, aquella muchacha. Parece que le pinchan el corazón y por un instantes siente esas punzadas en su pecho mientras la tierra es meneada por un pequeño terremoto. Y la nada, todo vuelve al silencio, a la penumbra de esta jornada. Mojada, húmeda, se quita la mochila y la abre. Quiere asegurar que esta en lugar exacto del encuentro, del comienzo de ese proceso de investigación. Y entonces, sus pensamientos olvidan…olvidan que se ha olvidado de ella.

 

domingo, marzo 09, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 14

 

14

El. Ella. Qué más da como me definan. Yo afirmo que soy manantial de la indeferencia ante mostrar mi sexo, mis tentaciones. Transita por la existencia en la búsqueda de la tranquilidad de mis cimientos, bien arraigados a los instantes cotidianos de la vida. Me alzo en los sentidos donde unas manos, donde unos ojos de lumbre a mi sombra cuando la conversación se instaura ante mí. La noticia de la erupción me preocupa, me mortifica. Mi padre, mi adorado padre Tragalunas. Habrá embarcado de hoy como de costumbre sin el temor del empuje, de la violencia de la marea. Habrá regresado ya ¿ Lo desconozco, hacia su casa en el muelle del norte me dirijo. Hacía esa bahía donde el relampagueando y el estruendo es más sentido. El . Ella. Me es igual lo que me consideren, solo sé que soy yo , me trago mi ruta con la naturalidad de las aves que contemplan este mundo. Este mundo enrarecido por la contaminación. El cambio climático se deja notar , me dice mi padre. Cada vez más barcas se llegan a esta tierra, a estas islas en el escape de las atrocidades del clima. Un insospechable insoportable que hace estragos en otros pueblos. El . ella. Soy yo, me personifico en la corriente briosa de mis pasiones, de mis amores. Ahora distantes. Camino en la suavidad con la belleza de jardines colgantes en la pasividad influenciable a mi aceptación. Y eso es, aceptarse asi misma, así mismo sin discriminar a nadie por sus ideas, por sus atracciones. Nómadas del vivir en un entorno donde la libertad te abraza. Sí, la libertad. Medito y escucho las nieblas de esos países donde la tortura y el castigo es tan increíblemente dramático. Y me pregunto el porqué de esta suciedad en este mundo. Un mundo privilegiado, con el don de un despertar. Y no sé por qué una alegría me asalta de vivir donde vivo. Ay estás gentes que todo asiente, todo aceptan mientras no hallan ideas malditas contra ellos. El. Ella. Así , soy, un corazón tendido en el edificante arte de la ventura. Me siento afortunado o afortunada. Pero, mi padre. Tragalunas, es tan valiente que habrá salido a la mar en su rutina. Le es igual. El y la mar. El habrá ido hasta Lobos a ver a su amada, esa amada que no conozco y es mi madre. A veces me pregunto el por qué de su distancia, de su alejamiento. Siempre he soñado que un día me lleve con él. Pero respeto su decisión, me quiere ausente de es amor de su fortuna en la verticalidad de su vida, de su estabilidad, de su calma. De este autobús veo la humareda de la isla contigua, qué mal lo estarán pasando. El pánico es fruto amargo que los desespera en una esperanza rajada, oxidada, árida. Tengo presente que somos islas volcánicas y que nuestro subsuelo duerme y duerme y ahora se ha levantado con la ira descontrolada de la penumbra a esos que viven allí. En cualquier momento la vida nos puede dar un frenazo fatídico, una parálisis que amputa cada uno de nuestros pasos. Anne respira el sabor del monte, un mestizaje que comprende lo arrebatado del verde en sus pisadas. Da gracias a este clima, a este invierno primaveral que la acompaña. No sabe cuantos kilómetros ha realizado, pero, la cuestión es no detenerse. El hijo de Tragalunas baja de la guagua , ya ha llegado a su destino. Con una mirada directa y fija y un cierto temor se enfoca en la marea. Mala marea…muy mala marea. Una lágrima resbala por sus ojos, tiene un mal presentimiento. Sus hombros , mientras llueve y esta quieto en la parada, se caen. Se mira las manos  y mira el cielo.

 

miércoles, marzo 05, 2025

LA VISITA(NARRATIVA)13

 

13

Una lengua magmática consume la isla vecina en ansiedad, en una caótica ráfaga de penar. Los hogares destruidos bajo esa masa corpulenta. Mientras en la isla comienza a llover, al principio sutilmente para luego ser bocanada de una tormenta que hace que los barrancos se desahoguen de su sequedad. Ella camina, bajo esa lluvia gélida y potente. Sabe que no tiene más remedio que llegar a ese lugar de encuentro a pie. Avanza contra la fiereza del temporal, con sus labios rajados por el frío mientras asciende. Y se sienta segura. Y siente una belleza casi perfecta de su situación. De rato en rato se limpia el rostro para poder continuar. De rato a rato mira su reloj que aguanta todo. Se sabe el paso que tiene que dar. Ya en otras ocasiones no tan drásticas se ha visto así. La visión se casi imperceptible, perseguida por el aguacero frenético. Y ella continua como aliento de su interior, de esa fuerza recóndita que la hace dar paso tras paso. Se le hielan las manos y expulsa bocanadas de su aliento para que sientan. La lluvia se va suavizando, hasta detenerse y sin esperarlo el sol viene a acogerla en su regazo cálido. Hacía tiempo que no sentía esas sensaciones y recuperarlas la hace más ella, más mujer de entereza indomable. Una verticalidad que le hace trepar por los toscos senderos reales que se encuentran en la zona. Sigue cada una de las flechas, cada una de las marcas de los caminos y sabe no se porque intuición que va bien encaminada. Estoy aquí, en medio de la nada, no se avista ninguna casa, solo el Monteverde y yo, y esta senda embarrada. Me siente purificada de todo mal que atrae la monotonía, la polución de una ciudad que duerme sin saber que el mundo , la madre tierra está despierta. Estoy aquí, sola, como siempre al encuentro del investigación que he de hacer. Mi visita será como agua que cae y corre libre…libre. Me dejaré ir, aquí, en la cumbre y sus gentes. Un sosiego despega de mi vientre y a pesar de las malas noticias me siento en paz. A veces tenemos que aislarnos y ser observadores de lo que a nuestro alrededor se esboza. Estoy aquí, mojada, en medio de la nada y del todo, de camino a mi visita de una cultura ancestral del Risco caído.  Estoy aquí y cavilo como serían esas formas de vidas en esta isla cuando era un virgen vergel de follaje implorante a las fuerzas del más allá. Escucho…escucho sus oraciones, sus cantos, sus danzas en el febril encuentro con el firmamento. Donde las armas no actuaban por el mero hecho de matar. Ahora aquí, veo esas guerra perdidas y eternas que hace del hambre y la enfermedad un desequilibrio descomunal, supurando el odio, supurando la envidia, supurando obsesiones de posiciones, de poder. Entre tanto, otros, los inocentes caen en lagunas de miseria, en cadenas de huida muchas veces con el termino en las fosas comunes anónimas. Estoy aquí y la colera me asalta ante tanta y tanta injusticia…ante tanta y tantas desdichas Estoy aquí y por un momento el vértigo me hace arrojar una piedra al vacío como honramientos a esos muertos del silencio.  Pero quiero olvidar ahora. Sí, ahora que me columpio entre riscos y naturaleza salvaje, quiero que esta pasión negué a mi mente y sepa disfrutar de este día, de estos instantes donde soy hija de esta tierra, de esta isla. Mi respiración se hace lenta y trota al compás de las aves que sobrevuelan estos montes. Y eso me hace feliz. Una felicidad que será perenne en mi memoria cuando llegue bajo algún techo, cuando visite ese lugar de encuentro. Yo Anne, me declaro ciudadana de este mundo. Sí, ciudadana. Como una parte más del complejo mundo de cada uno de sus seres. Porque todos tenemos nuestras propias percepciones. Yo, estoy aquí, envuelta ahora en bruma, sentada en una roca , contemplado todo lo que gira a mi derredor. Y soy parte de este lugar y de otros, donde me sienta bien. Todos tienen su maravilla singular y tenemos que valorarlos y ello no quiere decir que nos apropiemos, Déjemelos correr libres y a sus anchas. Solo la caricia mínima y frágil de nuestros ojos, de nuestros sentidos. Continua su andar ella, mientras se escucha el estruendo de la isla continua y ella lo escucha. Sabe que es algo que proviene de la tierra , de sus adentros y es natural, pero, cuando su mente se fija en las gentes , animales que lo están sufriendo es como si corriera por sus venas. No, no soporta el dolor de los pobladores de este planeta y ya sea de aquí o de allá…de allá o de aquí.

jueves, febrero 27, 2025

LA VISITA(NARRATIVA)12

 

12

Espera , me digo. Sola en el autobús camino al pueblo más inmediato para mi punto de partida. Sin más, un escalofrío recorreré mi cuerpo y mi mente se fija en ese chico, en esa chica que dice ser hijo de un tal Tragalunas. Lo siento, fatigado, desfallecido que a igual que yo supongo que todavía anda en el viaje. Una palidez me llega con la sutilidad de un velo que se cae. Sus ojos cerrados y un sudor con ganas de devolver lo revuelve, le provoca un estado de pulso débil. Y no se el porqué de estos pensamientos pero algo me dice que va bien. Tal vez la noticia halla caído sobre el como la pesadez de la desgana, del desánimo, de un delirio de como estará su padre. Lo siento mirar al mar, un mar que por un momento se vuelto turbulento, tenebroso, con un oleaje indómito , hostigador en su dimensión. Y ello , creo, que teme el hijo , la hija de Tragalunas. Solo, en esa guagua cual chófer con la cabeza en otro lado escuchando como transita esta erupción inesperada. Es como si de la tierra emergiera un látigo voluminoso, grotesco y lanzará llamas de muerte. Y yo. Sí, yo, siento como si su vida se acabará, como si todo lo hubiera perdido en su velatorio fuera conquistado por endemoniado filo de una navaja de la muerte. No se como actuar, el frio se vuelve más frío mientras subimos, el dolor se vuelve más dolor mientras el suceso continúa escuchándose. Por mi columna corre un cosquilleo que toma función de punzadas. Mi corazón exhala celeridad y parece que todo se para. El chofer se detiene y mira para mí, la única en este vehículo. Hace señas de si me encuentro bien y yo asiento. Por unos largos minutos, estático no baja la mirada de mi. Por unos largos minutos su preocupación quita importancia al trayecto. Una tos casi letal se cuece en la garganta del muchacho y la oigo y no comprendo que conexión existe entre nosotros. Espera, me digo. Respiro profundamente, tanto, que por instante pierdo conciencia de la realidad. Una realidad que no veo, que se me hace inverosímil. El chofer sube más la radio, crepita una angustia , una huida del infierno. El hijo de Tragalunas estará escuchando lo mismo y esa percepción hace que su dolencia agujeree sus sentidos. Se ha desmayado. Lo veo, lo intuyo y su chófer continua. Y yo tengo ganas de decirle al miro que se detenga, que tengo que ir de nuevo a la estación. Pero espera, me digo. Esta visión que me daña, que me raja se borra. Todo se congela. Todo se paraliza. Y decapitada de esos pensamientos continuo. Después de la oscuridad , la luz, una luz que hace que ella siga su rumbo por el centro de la isla hasta la cumbre. El paisaje se vuelve verde, con una frondosidad coronando sus ojos, lagrimosos. Los cambios del clima de la isla también se perciben, aquí el invierno es más inquieto, es más consistente. Se pone un abrigo. Mira el cielo, un cielo cenizo evocando una mezcla homogénea entre los gases de la erupción y el tiempo. Espera , se dice. Intenta mantener la calma. Y de un momento a otro el chofer de para de nuevo, un cierto y pequeño temblor de la isla se nota. No hay miedo exagerado sino un estático desierto en sus ojos. Frío, esa es la palabra correcta. Siente frío…mucho frío. El hijo de Tragalunas permanece adormilado, cansado, temeroso de que su padre le halla ocurrido algo. Fue noche de luna y de bien seguro a pesar de su avanzada edad salió en su costumbre a pescar. Y ese no saber nada de él le inquieta, lo pone nervioso, con un ataque de ansiedad en su interior que solo le apetece dormir y dormir hasta llegar a su destino. Una respiración ralentizada la acusa, llega casi al final de su camino. Se baja de la guagua y la humedad insufla sus pulmones. No ve a nadie en las callejuelas de ese pueblo y una paz se adueña de ella. Y no sabe por qué, una paz en medio de las catastróficas noticias. Su temple refugiado en su pecho hace que de pasos, no sabe si habrá más transporte habiendo pasado el egocentrismo de la tierra de forma más maligna hasta el lugar de encuentro con el que le envió la carta. Saca su móvil y comprueba que no tiene cobertura. Le da lo mismo, tal como están las cosas. El hijo de tragalunas despierta en medio de una pesadilla, una pesadilla que hace que le duela todos los huesos, cada movimiento que intenta dar hasta bajarse. El ciego y su perro bajan también , el olfato le dice del terror en cada persona por lo que está ocurriendo. Anda con su amigo, con su compañero por la ciudad callada, embebida del terror de la isla cercana. Y ella. Sí, ella. Se pasea por todo el pueblo mudo, solo, el ritmo de las noticias rompe el silencio, rompe la entereza, rompe el revoltijo de los pájaros, de los perros, de los gatos que no paran. Sí, no paran de gemir. Una sensación de desazón va adhiriéndose ha ella a cada pisada que da, a cada exhalar de su aliento que en espiral navega a su derredor. Y se siente caer y no porqué motivo, sus piernas comienzan a flaquear a su encuentro de algún sitio que exista cobertura. Mientras pasa el tiempo, el todo se vuelve insostenible, la nada es espejo que le azota y quiere derrumbarla. Pero no, no caerá, no se verá involucrada en el pavor.

domingo, febrero 23, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 11

 

 

11

Ya está aquí el autobús que me llevará primero a un pueblo de las medianías y luego otra para llegar al lugar de encuentro. Me despido de está estación donde la libertad murmulla en cada de sus transeúntes y subo, lentamente, con mi mochila. Todavía la mañana nos saluda, llegaré en unas horas a esa zona rural donde el frescor del invierno imperará en mis pulmones. Me imagino respirar con mis manos, con mis piernas donde las montañas explotan en maravilla. Oh, tierra madre, me digo. Somos hijos de ella. Somos la profundidad de un canto de un pájaro que esta época y desganado se curruca a sombra de un árbol. Oh, tierra madre, voy donde las noches son estrelladas y entra en la confusión al ser invadidos por el cosmos en toda su plenitud, una revolución de astros y polvo estelar que nos confunde, que nos tocar lo imperfecto del universo. El chofer tiene la radio puesta, una noticia viene como aliento rajado, como espasmos de una isla vecina que tiembla. Una erupción acaba de estallar. Siento ese temblor de las entrañas de la tierra en mis huesos. El miedo, la perdida y el duelo se hace volumen intransigente desesperando a esas gentes. Gentes como yo. Escucho la noticia y parece irreal, nunca razonas que vives en islas volcánicas y en cualquier momento el tremor es capaz de escupir un volumen de magma de esos cráteres que parecen tumbas. Y no, no están muertos, están sepultados en vida bajo nuestros pies. El volcán ha despertado, su lengua bestial se nutrirá de toda obra humana. En mi mente se cincela cada mirada, ojos desgarrados, ojos marchitos, ojos yermos cuando todo se pierde bajo el paso lento de la lava. Todo ido, todo prendido en el adiós. Todo lo material fundido en un mar de fuego y pena. Una ira recóndita  y bruta se escapa de nuestro espíritu , la impotencia aterra una despedida…una despedida de todo nuestra labor a lo  largo de los años, de los siglos. Los pájaros claman al llanto. Los perros recuren a un aullido indefinido, infinito a lo largo de estas horas donde todo es huida, donde todo es grotesco y cruel. Me contengo, el verdor de ese pueblo ahora es un absoluto negro humeante de pesadez. Y es pesada esta pesadilla , de este delirio de la garganta de la tierra. Se revuelca en sus gentes. Gentes que se sienten despechada por la isla….la isla. Por un momento el chofer se detiene, todos callamos, todos miramos a la nada. Se disculpa, comenta que la noticia le ha sentado como una ráfaga turbulenta en sus huesos y va a parar. Nunca creemos nada hasta cuando ocurre. Y ha ocurrido el Dios terráqueo triunfa y arroja todo su mal. Un silencio contundente se infla en los rostros de todos pasajeros, aterrados, cavilando en que puede llegar esta catástrofe descomunal. Y ella, medita, piensa en ese insulto maléfico de la naturaleza y por unos minutos su mirada se pierde tras los cristales de la guagua. Las arboledas ya empiezan a asomarse, está ascendiendo y la temperatura va decreciendo. Se fija en sus manos, sudorosas. El hijo de tragalunas, escucha la noticia. Se siente calmo y el clamor de los gritos de los que sufren penetra en su pecho. El chofer también se detiene de camino al aeropuerto. En un instante todo se ha congelado, todo es mudez. El tráfico también se ha parado y estático contemplan la gran nube de gases que transita en el cielo de la isla. Estamos conectados, subterráneamente, allí donde el mundo abisal impera hay una unión que nos produce un febril tremor. Este aberrante chillido que emerge de la tierra nos hace paralizarnos y pensar. Pensar lo poco que somos y el significado de la nada. De un vientre a la luz, de la luz a un vientre de cemento. Un hilo fino hace llorar al perro guía, ellos también lo siente como manera precoz, una forma temprana del movimiento del suelo no lejano. Lo pesado de la atmósfera los consume en un sudor frío, en un sudor que extrae toda tentación de movimiento. El chofer del autobús ha parado, escucha. Escucha un sórdido estremecimiento, un repetitivo lamento que se extiende hasta esta isla…la isla más próxima. Somos hijos del mismo origen, de la misma madre y la madre tierra enfada, enfurecida, codiciosa nos avisa. Sí, nos avisa que somos tan frágiles como el fino cristal. Y nos rompemos. Y caemos. Y nuestros deseos ansían que las vidas sean salvadas. Adiós hogares, todo quedará bajo el fango de la faz de la tierra. Ella, cierra los ojos, respira , un olor característico también se incrusta en sus venas, en las paredes de su garganta, de sus pulmones. Lleva sus manos a sus sienes, se hace un ligero masaje como si ello templara, calmara el gran exhalar de la madre tierra. En vilo, todos, sentados, incrédulos , esperando que alguien realice alguna maniobra. Se levanta, se dirige al chofer. Tenemos que continuar. Los ojos inexpresivos del conductor son desesperante, incompresibles. Arrancan motores. Apaga la radio y continua en un ambiente temeroso, que lo presta a la confusión. Se concentra, lleva personas en su vehículos, todos hinchados de estupefacción, todos asombrados, todos con el incómodo mutismo, con sus palabras reservada en el transcurso del viaje.. Un vértigo se huele cuando los barrancos pasan al lado. Un vértigo que hace que muchos se bajen. No quieren ir al lugar que deben ir, por el que han pagado. Y ese pensamiento negativo los invade como aguijones ardientes de abandono de la guagua. Pero ella se queda, sola, con sorpresa para el chofer que no sabe que hacer. Pero tragalunas se queda, solo, sola, con asombro para el chofer que tampoco sabe que hacer. Y el ciego con el gemido de su perro guía también se queda. Tres almas solitarias, intentándose equilibrarse, intentado espabilar ante la magnitud de la noticia. Se dejan ir en su ruta y esperaran a lo que posterior suceda. Almas conectadas con sus potencias enraizadas desde muy adentro, sin ese temor de la traición de los días, de las horas, de los minutos venideros.